El 9 de abril del 2014, el Tribunal Constitucional anuló la ley italiana aprobada en el 2004 (Ley 40) que prohibía la inseminación heteróloga. Con la aprobación de la Ley 40 hace una década, el gobierno de Silvio Berlusconi permitió sólo la inseminación homóloga, una acción tomada para complacer a la Iglesia católica. El Partido Radical impulsó un referendo con el objetivo de derogar la ley, pero este no pudo alcanzar el quórum necesario, al ser un requisito de la ley italiana una participación electoral de al menos el 50% de los posibles votantes. Muchos sacerdotes incitaron a los católicos que se abstuviesen de votar.
En 10 años, gracias a los jueces, todo ha cambiado. Paso a paso, los tribunales han desmantelado la ley, considerándolo demasiado restrictiva y en violación de las libertades de parejas que necesitan otro tipo de ayuda para tener hijos. Ahora, tras la decisión del Tribunal Constitucional, se permite la inseminación artificial heteróloga. En poco más de tres semanas, muchas parejas han solicitado acceso al procedimiento: los aproximadamente veinte centros privados que garantizan procedimientos de inseminación artificial ya han recibido 3.400 solicitudes de inseminación heteróloga. En el pasado, las parejas recurrían a centros extranjeros, la mayoría de los cuales se encontraban en España, Suiza o Bélgica - todos países con una legislación más liberal que la de Italia. Según los centros privados italianos, el número de parejas italianas solicitando el procedimiento pronto superará a 10.000.
Sin embargo no queda del todo claro cómo hospitales públicos van a gestionar la situación. Algunos dicen que un Reglamento Ministerial es necesario con el fin de permitir la inseminación artificial heteróloga en centros públicos, que significaría que este tipo de procedimiento sería gratis. Otros, sin embargo, afirman que la decisión de la Tribunal Constitucional ya lo permite. Por lo tanto es necesario contar con una nueva ley para establecer directrices, una ley que será el resultado de una difícil mediación entre los partidos de centro-izquierda y centro-derecha, que gobiernan juntos en Italia. En cuanto a este tema, y en general en relación a los derechos relacionados con la procreación, los italianos están profundamente divididos. Basta con decir que en muchos centros de salud pública una mujer que quiera abortar legalmente podría enfrentar dificultades simplemente porque muchos médicos son objetores de conciencia y se negarían a realizar la operación.