¿Qué es la Coalición Italiana para las Libertades y Derechos Civiles?
La Coalición Italiana para las Libertades y Derechos Civiles (CILD) es una red nacional de organizaciones de la sociedad civil fundada en 2014. Su objetivo es, además de garantizar la protección de los derechos y libertades civiles consagrados en la Constitución Italiana y en los convenios y tratados internacionales, también ampliarlos.
Cuando terminó el mandato del ex presidente de CILD, Patrizio Gonnella, el futuro de la organización fue confiado a Arturo Salerni, quien se convirtió en el nuevo presidente.
Salerni es un abogado prestigioso, que siempre ha luchado en defensa de los derechos humanos y que es conocido por haber participado en casos históricos como el de Abdullah Öcalan y el juicio al Plan Cóndor.
Liberties entrevista a Arturo Salerni
P: Ha aceptado este nuevo reto, que no es el primero de su carrera. ¿Qué espera conseguir, cuáles son sus objetivos?
R: El objetivo principal es consolidar el trabajo ya puesto en marcha por CILD. Sus miembros han trabajado muy bien a lo largo de los años. Esta coalición tiene el mérito de haber construido una red de apoyo mutuo entre varias asociaciones que actualmente se enfrentan a múltiples dificultades. Uno de los objetivos importantes que ha logrado CILD ha sido aunar recursos y capacidades diferentes para poder defender mejor batallas que son comunes para distintos grupos.
P: El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en virtud de la cual se reconocía y consagraba la dignidad de todas las personas. Hoy, más de 70 años después, está emergiendo y desarrollándose en Italia un clima de fuerte intolerancia y odio hacia grupos minoritarios como los migrantes, las comunidades LGBT y los miembros de minorías religiosas. ¿Cree que la responsabilidad debe atribuirse a la política o se debe al momento histórico que estamos viviendo?
R: Este fenómeno no solo afecta a nuestro país, tiene un alcance internacional. Tanto los retrocesos culturales como los sociales han sido causados probablemente por dos factores principales: la crisis económica de 2008 y la falta de perspectivas políticas que existe desde hace décadas. En esta situación de gran incertidumbre pueden prevalecer actitudes xenófobas, racistas e intolerantes. El panorama general es ciertamente desolador, pero tenemos que luchar para mantener las conquistas que ya hemos logrado y seguir adelante. Lo que sin duda tendremos que hacer dentro de unos años será conectar la batalla por los derechos civiles con la batalla por los derechos sociales. La emancipación social y la lucha contra la desigualdad no puede estar separada de la lucha por los derechos humanos.
P: En julio se dará a conocer la decisión de la Corte Penal del Tribunal de Apelación sobre el juicio del Plan Cóndor. ¿Fue muy difícil llegar a la verdad?
R: El problema con procesos como el del juicio al Plan Cóndor es que tienen lugar décadas después de los hechos del caso y conciernen a los "desaparecidos", y las acusaciones pueden ser increíblemente difíciles de probar durante un juicio. Tenemos que tener en cuenta que estos hechos sucedieron hace más de 40 años, al otro lado del mundo, en América del Sur, a pesar de que el proceso es relevante para Italia. Habida cuenta de estas dificultades, tengo que subrayar el esfuerzo de todos los implicados en el caso. En primer lugar el Ministerio de Justicia italiano, luego las organizaciones de familiares de las víctimas, que han hecho importantes contribuciones, y finalmente a muchos juristas e investigadores. Gracias al trabajo de todos, se ha revelado la verdad.
Probablemente no todos los acusados serán castigados, pero es importante subrayar que el juicio es muy importante a nivel histórico, pues por primera vez, un tribunal europeo (el Tribunal de Roma) ha reconocido la existencia de la Operación Cóndor, ha afirmado la responsabilidad penal de esta red transaccional represiva y ha condenado a los principales autores de crímenes contra la humanidad.
Nuestra participación consiste en afirmar la responsabilidad de quienes ordenaron el secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición de decenas de miles de personas, aunque las víctimas italianas solo fueran unas decenas. El dolor de las familias, que incluso se han visto privadas de saber dónde están los restos de sus familiares, ha sido el motor de esta batalla.
P: Usted también es famoso por ser el abogado de Abdullah Öcalan. Además de esta, ¿en qué otras batallas ha participado?
R: El caso de Öcalan, desgraciadamente, sigue abierto. Lleva ya varios años encerrado en absoluto aislamiento y los organismos internacionales no han obtenido ninguna respuesta a pesar del trato inhumano y degradante, que está prohibido por las convenciones internacionales. No ha sido autorizado a ver a su abogado ni a su familia desde hace varios años. Actualmente se encuentra preso en la isla de Imrali y ni siquiera se le permite relacionarse con otros presos.
El juicio a Öcalan representa la lucha del pueblo kurdo, y adquiere aún más importancia pues es de clave tanto para la solución de los problemas kurdos como para la democratización de Oriente Medio en su conjunto (ya que la sociedad kurda ha desarrollado una postura política democrática).
La otra batalla a la que nos hemos enfrentado en los últimos años es la de los nuevos "desaparecidos". Tenemos que luchar para detener la masacre que se está produciendo a lo largo de las rutas de migración, especialmente en el Mar Mediterráneo. Uno de los procesos que iniciaremos en junio es el del hundimiento de un barco sirio en octubre de 2013, y la trágica muerte de 289 personas, entre ellas 60 niños, que las autoridades italianas no lograron rescatar. Tanto un oficial de la marina como un guardacostas han sido juzgados por 289 homicidios por negligencia. Hace unos días, las familias de algunas de las víctimas fueron a Roma para ser recibidas por el Papa Bergoglio en el Vaticano.
A las 12:26 horas del 11 de octubre, Mohammed Jammo, un médico sirio que huía de Alepo, llamó por primera vez al Centro Italiano de Coordinación del Rescate Marítimo con sede en la Capítanía del Puerto en Roma y dijo: "Está entrando el agua, estamos en peligro, ayúdanos". Durante la noche dos barcos libios, explicó Jammo por teléfono, les habían disparado. A pesar de este aviso, la Guardia Costera italiana ignoró la petición de ayuda, pues la Autoridad Marítima Italiana estaba discutiendo con funcionarios malteses a quién le correspondía asistir la emergencia
Mientras entraba cada vez más agua en el barco, un barco de la Armada Italiana se acercó lentamente pero permaneció en espera de que Roma les diera órdenes claras para intervenir. Pasadas las 5 de la tarde, tras cinco horas de espera innecesaria desde la primera e inútil llamada a la Guardia Costera, el barco volcó.
Al menos 268 adultos y 60 niños murieron, casi todos ellos cayeron al mar y nunca pudieron ser encontrados. La lancha patrullera maltesa llegó al lugar del desastre a las 5:51 p.m. El barco italiano Libra, que llegó aún más tarde, a las 18.00 horas, consiguió sacar del agua a 212 personas. Después de estos hechos, el Fiscal General de Roma afirmó que el comportamiento de los oficiales de la Marina había sido legal. El 3 de abril de 2014 se solicitó la presentación de los cuatro sospechosos. Para el Fiscal General, los oficiales no eran conscientes del peligro real a bordo del barco pesquero. A pesar de la evaluación de la acusación, el juez de instrucción de Roma decidió que el juicio por el naufragio del 11 de octubre de 2013 debería haber continuado.
Este naufragio es de suma importancia, pues una semana después de este trágico suceso se puso en marcha la operación Mare Nostrum, que duró un año y durante la cual el número de muertes en el mar se desplomó. Lamentablemente, por razones políticas, Mare Nostrum se interrumpió el 31 de octubre de 2014 y el número de muertes en el mar volvió a aumentar.
Preguntas de Fernando Marini