Es martes por la mañana. Me estoy tomando el primer café y mi gato, Fritz, le canta "Puedes ser mi desayuno" a los pájaros que están en la ventana. Yo estoy contento: es el día de lanzamiento de mi primera campaña de vídeo. He trabajado duro en ella, sobre todo en la música: no ha sido fácil encontrar algo que encajase por completo en la onda de las imágenes y que fuese gratis, pero lo he encontrado. Un cancán de Offenbach en la biblioteca de audiolibros de Youtube.
Así que me siento en el sillón en mi pijama preferido, abro mi correo electrónico de trabajo y me encuentro un mensaje del tipo de informática. Facebook no le permite subir el vídeo. En concreto, se lo permite, pero le quita el sonido por temas de copyright.
¡Haz click sobre mis piernas!
Facebook cree que estamos infringiendo los derechos de alguien. Aunque no sea así.
Trabajo para Liberties y Eva Simon, directora de nuestra campaña contra la censura, se sienta justo delante de mí en la redacción. Eso significa que tengo a alguien con quien echar pestes sobre mi problema. Dice que Facebook hace eso para evitar presuntas demandas. Y que va a ser todavía peor si se aprueba la nueva directiva de la UE sobre derechos de autoría.
Para ser sincera, hasta ahora no me veía afectado por esta cosa del copyright. Cuando Eva preguntó ayer en la redacción quién podía apoyar la campaña, no me presenté voluntaria. No me apetecía, hay muchas otras cosas que hacer.
Pero ahora...
Estoy.Muy.Cabreada.
Detesto cuando los gigantes tecnológicos o los gobiernos se inmiscuyen en mi vida.
Campaña contra la censura, allá voy. Si también odias que se inmiscuyan en tu vida, ¡envía nuestra carta!
P.D.: Al final, se arreglo el tema: tuvimos ocasión de declarar que no infringíamos los derechos de autoría de nadie. Pero esa ocasión no se dará en un futuro, salvo que desbaratemos algunas de las normas en el borrador de la ley sobre copyright.