Desde la caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución del Telón de Acero, las fronteras dentro de Europa han desaparecido en gran medida. En la actualidad, más de 400 millones de habitantes del espacio Schengen pueden viajar libremente por toda Europa.
La adhesión al espacio Schengen implicó el fin de los controles fronterizos y la modificación de las instalaciones de seguridad. Sin embargo, ¿ha logrado esta apertura de las fronteras una Europa Unida? Ante a las crisis económicas y de identidad, así como los crecientes flujos migratorios, los países europeos vuelven a reforzar sus fronteras con muros, alambre de púas y controles más estrictos.
Auge
de la xenofobia
Los sentimientos xenófobos están aumentando en toda Europa mientras los partidos de derecha utilizan el ataque hacia los migrantes para tratar de lograr más votos. Piden que se reintroduzcan los controles fronterizos, alegando que el espacio Schengen no ofrece un filtro de seguridad adecuado. Y sus declaraciones han resonado en los votantes. Los populistas de derecha tienen ahora representación en los parlamentos nacionales de casi todos los países de la Unión Europea.
Cuando en 2015 cientos de miles de personas de Siria, Irak, Afganistán y Eritrea huyeron de la guerra y la persecución, la mayoría de los países europeos intentaron impedir su entrada. En las fronteras exteriores del espacio Schengen surgieron nuevas barreras y los distintos países reanudaron los controles fronterizos.
Europa Fortaleza
Desde los noventa se han construido casi 1000 kilómetros de muro en el espacio Schengen, más de seis veces la longitud del Muro de Berlín, según un informe publicado en el aniversario de la caída del Muro de Berlín por investigadores del Transnational Institute. La investigación señalaba que de los 28 Estados miembros de la UE, diez han construido muros en sus fronteras para prevenir la entrada de migrantes: España, Grecia, Hungría, Bulgaria, Austria, Eslovenia, Reino Unido, Letonia, Estonia y Lituania. De dos muros en 1990, el número de muros aumentó a quince en 2017. "En lugar de construir muros, Europa debería invertir en detener las guerras y aliviar la pobreza que alimenta la migración", afirma Nick Buxton, editor del informe.
Varios Estados miembros, entre ellos Austria, Suecia, Alemania, Francia y Dinamarca, también han reintroducido controles internos debido a "amenazas terroristas" o "amenazas derivadas de los continuos e importantes movimientos secundarios".
Externalización de las fronteras
El espacio Schengen no solo refuerza sus propias fronteras exteriores, sino que para que un migrante llegue a Europa, antes tiene que pasar por los países que rodean la UE y que ejercen en muchos casos la función de fronteras previas a las fronteras. Desde principios del año 2000, la UE ha negociado acuerdos para la externalización de sus controles fronterizos, delegando esta tarea en terceros países, que deben contener los flujos migratorios lo más lejos posible de la UE.
A Turquía, Libia y algunos países de la región del Sahel se les ha encomendado la tarea de detener y arrestar a los inmigrantes, a pesar de que estos países no respetan los derechos humanos, lo que convierte a Europa en cómplice de las violaciones de los derechos humanos.
A pesar de los peligros, decenas de miles de migrantes siguen arriesgando su vida para llegar a Europa. Durante más de 20 años, un número incontable de personas ha tomado este camino largo y traicionero. Muchos se ahogan en el mar, o mueren en el desierto, como víctimas silenciosas, en su mayoría invisibles. Quienes por fin llegan vivos a Europa después de todas estas dificultades son recibidos por muchos europeos con hostilidad.
¿Será el espacio Schengen historia dentro de poco?
El espacio Schengen fue una respuesta a la fragmentación territorial de la UE a principios de los años noventa y permitió la libre circulación de personas dentro de sus fronteras. Actualmente, cada vez surgen nuevos obstáculos para detener a quienes quieren viajar a territorio europeo. El debate sobre la migración se centra sobre todo en la protección de Europa.
¿Cuántos muros y vallas construiremos como respuesta a los temores de la migración? ¿Queremos vivir en una sociedad cerrada, que excluya a todos los que se encuentran más allá de nuestras fronteras? ¿O tratamos de crear una Europa abierta y responsable que actúe correctamente, integre a los refugiados y trate a los migrantes de forma humana?