Frente al horror y el terror, nuestras emociones se entremezclan.
Ira.
Sentimos ira contra quienes han robado las vidas de 31 personas y herido a muchas otras en el aeropuerto de Bruselas y la estación de metro de Maelbeek.
Tristeza.
Sentimos tristeza y nos gustaría transmitir nuestra simpatía más profunda a las familias de las víctimas.
Miedo.
Tenemos miedo de estos acontecimientos, que pueden reforzar la desconfianza de la gente, alimentar el rencor y la intolerancia y hacer cada vez más difícil la convivencia en nuestra sociedad.
Solidaridad.
Percibimos también solidaridad, y en ella encontramos consuelo, cuando leemos todos los mensajes de apoyo que hemos recibido de instituciones oficiales y de usuarios de redes sociales (especialmente de Francia) desde que se han producido los ataques esta mañana.
Para la Liga de Derechos Humanos, conmocionada por ver a la capital golpeada por la violencia cobarde de los terroristas, es tiempo ahora de llorar nuestra pérdida.