Un musulmán sirio, una persona que vive en la calle, un ceramista ciego, una activista ucraniana y un policía gitano han compartido sus historias con niños haciendo de "libros vivientes", dentro de un programa educativo que ha girado por varias escuelas del país.
"Gracias a sus historias, me he dado cuenta lo difícil que puede ser la vida para algunas personas", explica una estudiante después de escuchar su "libro".
El "préstamo" dura 20 minutos y consta de un "libro" y cinco "lectores". Los libros se implican en el proyecto de forma voluntaria en su tiempo libre. Los lectores pueden hacerles todo tipo de preguntas, desde cómo lidian con prejuicios sociales, por ejemplo, a cuáles son sus aficiones e intereses fuera del trabajo. El objetivo principal es reforzar la tolerancia y resaltar la diversidad que existe en la sociedad.
"Queremos que los lectores sean más conscientes de las personas que les rodean, que estén abiertos a aprender de la diferencia e intenten pensar asuntos de actualidad desde la perspectiva de los minorías o desde la de una persona concreta directamente. Nuestro objetivo principal es compartir la experiencia personal de las personas de las que hablan los medios de comunicación pero que nunca hemos conocido personalmente", explica Nela Armutidisová de Amnistía Internacional, que ayudó a iniciar el programa en 2013.
Además de conocer a personas de minorías étnicas, los lectores pueden conocer refugiados, migrantes, personas con diversidad funcional, miembros de la comunidad LGTBQ, minorías religiosas y personas con problemas de drogas, así como a personas con estilos de vida alternativos, veganos o freegans.