La semana pasada, Aleksandar Vučić salió ganador en las elecciones presidenciales serbias con un 54,9% del voto. Como ministro de Información en la década de los 90, se dedicó a censurar todos los medios de comunicación y periodistas que no seguían su línea mientras actuaba como "jefe de propaganda" durante el mandato de Slobodan Milosevic, el cerebro detrás de muchas de las atrocidades en la ex Yugoslavia.
La libertad de prensa en Serbia ha vivido un cambio significativo desde 2010. Ha pasado de ser calificada por muchas organizaciones de vigilancia como "en el buen camino para ser libre e independiente" a la situación actual de inestabilidad. Ahora hay un colapso casi total de la libertad de expresión, en la que los medios de comunicación progubernamentales no cesan de lanzar propaganda contra los defensores de derechos humanos y de acusarles falsamente de tratar de desestabilizar el Estado.
"En un ambiente como el que vivimos, cualquier organización que se dedique a investigar la corrupción, la rendición de cuentas de los mecanismos del Estado o los casos de discriminación contra grupos minoritarios o el gobierno, automáticamente es colocada en una lista negra y su trabajo y hallazgos anulados", señaló Goran Miletic, director de programas para Europa de Civil Rights Defenders.
Control total de los medios
La información tendenciosa esta confundiendo y asustando a la gente. Los defensores de derechos humanos y periodistas acusados de actos contra el Estado se ven privados de sus derechos, sobre todo de la protección de la propaganda y el odio, pues sus caras aparecen en programas de televisión y periódicos donde se les retrata como delincuentes que tratan de perjudicar al país.
Según KRIK, un portal de investigación serbio y socio de Civil Rights Defenders desde 2016, la corrupción está extendidísima, como revela el control absoluto de las autoridades serbias sobre los medios de comunicación y las publicaciones principales, especialmente cuando se trata de artículos de investigación que critican al régimen.
Por ejemplo, el editor de KRIK, Stevan Dojcinovic, ha sido blanco de múltiples campañas de difamación lanzadas contra él y su organización por medios de comunicación progubernamentales. Le han puesto bajo vigilancia de agentes de seguridad del Estado que han suministrado información sobre su vida privada a la prensa amarilla. Cada vez que KRIK publica un informe de investigación aludiendo a la corrupción del gobierno, las autoridades lanzan campañas de difamación contra Dojcinovic y acusaciones para cuestionar la credibilidad de KIRK.
Los periodistas están en guardia
A muchos periodistas les preocupa cuál será la política de Vučić sobre la libertad de expresión en un paisaje que se está deteriorando muy rápidamente. Muchos opinan que poco, o nada, ha cambiado en Serbia respecto a la censura de los medios de comunicación y la represión del trabajo periodístico. El acoso y la intimidación definen las tácticas habituales que utiliza el Estado para silenciar e influir sobre los periodistas.
Cuando se usa a los defensores de derechos humanos y a los periodistas como chivo expiatorio, siempre se sigue la misma metodología. En primer lugar, la prensa amarilla inicia campañas de difamación contra la organización o el individuo, acusándolos de ser agentes extranjeros que trabajan contra el Estado. Después de varios artículos de este tipo, un funcionario público repite las mismas alegaciones confirmando las noticias de la prensa sensacionalista.
Como resultado de ello, las organizaciones o individuos de la derecha o los individuos toman la justicia por su cuenta a menudo publicando amenazas, iniciando tácticas de acoso o incluso atacando físicamente a estos llamados "enemigos del Estado".
Aunque el papel del presidente es principalmente ceremonial, Vučić ha declarado que renunciaría como primer ministro si ganara las elecciones, sin embargo esto le permitiría igualmente consolidar su poder sobre la mayoría de las instituciones serbias, incluido el Parlamento y el partido gobernante.