Podemos enfocarlo desde distintos lugares. Podemos crear una lista de países "buenos y malos", podemos culpar a los políticos, a la burocracia, al contexto legal, o prácticamente a cualquier cosa. Pero es difícil negar la realidad: estamos viviendo un retroceso de los niveles de democracia, derechos y Estado de derecho en la UE. Los derechos humanos cada vez son menos populares, y la solidaridad, la tolerancia y la capacidad de nuestras sociedades para brindar protección en casos de abuso, es mucho peor en el siglo XXI que en las dos últimas décadas del siglo anterior.

¿Cómo hemos llegado aquí y cómo avanzamos hacia adelante?

El terrorismo, la migración masiva, la (sobre) globalización económica y cultural, y todo tipo de crisis han hecho que las sociedades se sientan física, económica y culturalmente amenazadas. Los populistas, en su mayoría de la derecha, acusan a los migrantes, a las minorías, a las feministas y, cada vez más, a las ONG de este desorden. Con una retórica cargada de calumnias, atacan a estos grupos y a cualquier otra persona que defienda los derechos humanos, incluidos los tribunales y los medios de comunicación. En algunos países los populistas han llegado al poder, pero incluso donde no han llegado, su discurso del miedo ha calado e influido las agendas de los conservadores centristas. La respuesta de los populistas al miedo que crean es simple: el nacionalismo etnocéntrico y el retorno a una interpretación dogmática, patriarcal y restrictiva de los valores cristianos. Ofrecen discursos facilones e ilusión de estabilidad. Pero tan solo es una ilusión.

Los partidarios de los derechos humanos, la solidaridad y la tolerancia no han sido capaces de hacerles retroceder. Hemos dado por hecho que los derechos fundamentales eran normas innegociables en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. El propio genoma de la UE como proyecto de paz demuestra que lo que vertebra nuestra Unión, al menos en parte, son los derechos humanos. Esta Europa respetuosa con los derechos, libre y multicultural fue con la que los países post comunistas soñaron con unirse durante décadas. Parecía sencillo y hermoso, pero a medida que las cosas se fueron deteriorando económicamente, quedó claro que los derechos humanos y las libertades civiles no son valores compartidos por todos.

Las organizaciones de derechos humanos de la UE se han centrado durante mucho tiempo en el cabildeo y los litigios, pero no en promover el apoyo de la ciudadanía, asumieron siempre que la sociedad compartía sus valores o por lo menos estaba de acuerdo con la necesidad de proteger los derechos. Pues bien, no es del todo así. En su mayor parte, la gente parece que piensa que los derechos y las libertades son para las personas en el extranjero, y no ven su relevancia en casa. Los populistas de derecha han explotado la ignorancia pública y logrado hacer creer que los derechos humanos y las libertades civiles son algo negativo: una herramienta que utilizan ciertos grupos (delincuentes, terroristas, migrantes) para obtener una ventaja o eludir la justicia.

Esta es la situación actual. ¿Hay salida? En Liberties creemos que sí. No es una ciencia exacta, y no, no resolverá todos los problemas. Pero puede conducirnos nuevamente a la senda adecuada y suponer una nueva era en la protección europea de los derechos humanos.

Traemos tres nuevas cosas a la mesa

Para empezar, trabajaremos por construir una base social, electoral, que apoye los derechos humanos. Sabemos que hay mucha gente que se preocupa por los derechos y quiere que la marea del populismo retroceda, pero no sabe a quién acudir. En Estados Unidos, sin embargo, tras la elección de Trump, la conocida Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU) recibió una avalancha de donaciones. Pero, ¿adónde se dirigen las personas que quieren participar en la defensa de los valores en Europa? Liberties proporciona información, experiencia y herramientas innovadoras para empoderar a las personas que luchan por los derechos en toda Europa, y para que los políticos sepan que los derechos, la democracia y el Estado de derecho, les importan y que esperan que sus representantes los defiendan.

En segundo lugar, vamos a conectar el nivel nacional con la UE. La mayoría de las ONG de derechos han centrado su atención en las organizaciones internacionales creadas para defender valores, como los organismos de Naciones Unidas y el Consejo de Europa. Pero si bien estas son instituciones muy respetables, la triste realidad es que tienen poca influencia política, especialmente a nivel local. Queremos concentrarnos en influir en la UE, que, aunque hasta ahora no se ha preocupado por la protección de los derechos humanos, sí tiene mucha influencia. Haremos todo lo posible para canalizar esa influencia hacia la protección de derechos de las personas en los Estados miembros. Es hora de recordar a nuestros líderes que la idea de la UE como proyecto político era crear una unión próspera y pacífica de países, donde se respeten y protejan los derechos de todas las personas.

En tercer lugar, vamos a trabajar muy de cerca con todas las organizaciones que forman parte de Liberties, que trabajan por los derechos humanos y las libertades civiles a nivel nacional en toda la UE. Estas organizaciones nacionales son nuestra base, y trabajamos para apoyarlas. Nosotros brindamos apoyo para que se escuche su voz en Bruselas y ellas nos ayudan a analizar cuáles son las cuestiones de derechos más acuciantes, Junto que ellas, con todos nuestros miembros, queremos movilizar y mejorar la protección de los derechos en toda nuestra Unión.

Ahora es el momento de trabajar por ello. Estamos empezando - ¿te apuntas?

Balázs Dénes

Director ejecutivo

The Civil Liberties Union for Europe