En febrero de 2001, Daniela Tarău, de 43 años, fue acusada de fraude y encarcelada en régimen de prisión preventiva. Pasó un año y nueve meses en prisión, durante los que fue sentenciada a 3 años y 3 meses (en primera instancia), y después a 3 años y 3 meses, suspendidos por el recurso.
Salió en noviembre de 2002, después de ganar el recurso. Más tarde, con la ayuda de la Asociación por la Defensa de los Derechos Humanos de Rumania, el Helsinki Committee, presentó una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por la excesiva duración de su detención preventiva y la violación del derecho a un juicio justo.
Siempre proclamó su inocencia y solicitó que se citara a diversos testigos, pero sus peticiones fueron denegadas por los tribunales nacionales. En el año 2009 ganó el juicio y en 2010 se le concedió una revisión de juicio.
Tras una revisión que duró más de cuatro años, el tribunal estatal dictó la sentencia definitiva en marzo de 2015 y Daniela Tarău fue declarada inocente con respecto a las acusaciones por las que fue detenida y encarcelada. Ahora está cursando un doctorado sobre cárceles rumanas en la Academia de Policía. Afirma que es una luchadora, aunque sea una persona desconocida. No es más que una persona que cayó en el sistema judicial rumano por equivocación y fue enterrada bajo una montaña de papeles que nadie quería leer.