Un tribunal de Noord-Holland, Países Bajos, presentó el 12 de mayo su sentencia sobre un caso que fue presentado por el padre de David, de 12 años, contra la Fundación De Jeugd- & Gezinsbeschermers (Protectores de la Infancia y la Familia).
El padre pidió que se le concediera el consentimiento informado para autorizar la quimioterapia para David, pero su hijo no quiso y la Fundación, que tiene la custodia sobre el niño, ha respetado su postura. El juez ha denegado la petición del padre.
En noviembre de 2016, a David se le diagnosticó un tumor cerebral, que fue extirpado quirúrgicamente. Luego recibió radioterapia y afirmaron que estaba libre de cáncer . De acuerdo con el plan de tratamiento de los médicos del Centro Médico Académico (AMC) de Ámsterdam, la quimioterapia sería el siguiente paso. Sin embargo, David no quiso continuar con ninguna terapia o tratamiento del mundo médico convencional, una posición que fue apoyada por su madre.
Como esto entraba en conflicto con el plan de tratamiento y podía ser perjudicial para la salud de David, el 19 de diciembre de 2016, pasó a estar bajo la custodia protectora de la Fundación.
A petición de los Servicios de Protección de la Infancia, David fue reconocido por un psiquiatra especializado en jóvenes, que, basándos en la gravedad de las posibles consecuencias, concluyó que David no tenía la competencia mentales suficiente en el momento en el que tomó la decisión de suspender el tratamiento (diciembre de 2016).
David terminó su radioterapia, pero más adelante, el 24 de febrero de 2017, informó a su tutor legal y médico que quería dejar el tratamiento y la quimioterapia de seguimiento. También escribió una carta al juez con su explicación. Esto impulsó a su médico a pedir un nuevo reconocimiento sobre la competencia mental de David.
David es capaz de decidir por sí mismo
El informe del psiquiatra especializado concluyó, el 27 de marzo de 2017, que David estaba en otro momento y había madurado y era plenamente capaz de explicar los efectos de su enfermedad y el tratamiento que podría tener, así como las consecuencias si se negaba a continuar con el tratamiento médico.
El informe señala que David está especialmente preocupado por los efectos secundarios y por el empeoramiento de su calidad de vida, pero que no está deprimido y tiene una voluntad de vivir muy fuerte, aunque también es capaz de contemplar la muerte. El informe calificó a David con competencia mental plena, del cien por ciento.
Como resultado, tanto su médico como la Fundación decidieron respetar la elección de David. El padre de David pidió entonces al juez que le concediera el consentimiento informado, para forzar así a que su hijo se someta a quimioterapia.
El derecho a la integridad física
Este caso se caracteriza por el ejercicio de David de su derecho constitucional a la integridad física. Su consentimiento para el tratamiento médico que puede cambiar su vida, es necesario, debido a su derecho a la autodeterminación. Pero tiene que gozar de una competencia mental plena.
Un menor de 12 años en principio tiene competencia y es capaz de "apreciar razonablemente sus intereses en una situación concreta", razonó el juez. Por ello, está en su derecho de no sar su consentimiento para el tratamiento médico.
De acuerdo con la ley, la evaluación de si un menor es capaz de apreciar razonablemente su interés en el caso de un tratamiento médico se deja en mannos de su médico, que actúará bajo un acuerdo de tratamiento con el menor y sus padres. Sin embargo, como David fue puesto bajo custodia protectora, también había la opción legal de solicitar la opinión de un juez.
El juez consideró todo el proceso y declaró que hay suficientes argumentos para considerar que David tiene competencia para decidir por sí mismo. También valoró que la decisión del médico de respetar el deseo de David de detener la quimioterapia está en concordancia con el código de conducta y la legislación del AMC. La decisión fue tomada con cuidado y sigue vigente
El juez respeta la decisión del niño
El juez entiende que el padre de David cuestione la competencia de su hijo debido a las consecuencias de su decisión. Sin embargo, no ve ninguna razón para desacreditar la opinión de David.
El legislador ha decidido conceder a los pacientes competentes de 12 años de edad el derecho de decidir sobre su tratamiento médico, incluso en situaciones que ponen en peligro la vida. Por lo tanto, la decisión del niño debe ser respetada.
David, se asume, es capaz de apreciar sus intereses y las consecuencias de su decisión. Tomó su decisión basándose en la calidad de su vida en el presente. El derecho a tomar esa decisión se basa en el derecho a la autodeterminación, aunque su ejercicio puede ser difícil para los progenitores