Tras años de terapia, el cuarentañero DJ Fabo, ciego y tetrapléjico después de un accidente callejero, suplicó repetidas veces al Parlamento italiano que sometiera a debate la ley sobre eutanasia. Su deseo era morir con dignidad en su propio país, pero no se escuchó su llamamiento. Tenía el deseo de morir con dignidad en su propio país, pero su petición fue desoída.
A pesar de que los tribunales de justicia y el tribunal de la opinión pública (el 80 % de acuerdo con una encuesta reciente) están a favor de una revisión de la ley sobre eutanasia, esta revisión sigue paralizada en el Parlamento, en gran medida debido a la oposición de los diputados católicos.
Dejad que los pacientes y sus médicos decidan
Lo que pide Marco Cappato es una revisión de la ley italiana sobre testamento vital. Estos testamentos permiten que un paciente, aún consciente, dicte que, si sucede algo que les incapacita, se interrumpa todo apoyo para sostenerlos con vida y los médicos les permitan morir, lo cual es una eutanasia pasiva: la libertad de elección cuando uno ya no pueda expresar ninguna elección.
Fabiano Antoniani, aka DJ Fabo, falleció en Suiza en febrero. Sus peticiones para que el Parlamento italiano sometiera la eutanasia a debate contribuyeron a reavivar esta cuestión en el país.
Pero Cappato pide también en su llamamiento una revisión de la ley sobre suicidio asistido -lo que le sucedió a Fabo: un paciente, que está consciente y no necesariamente muriéndose, puede, con el asesoramiento de su médico, decidir recibir una inyección legal, administrada por el propio paciente.
Cappato querría también una revisión de la eutanasia activa, que es el fin de la vida de un paciente con la administración por parte del médico de una inyección letal.
Para morir con dignidad, los italianos se van al extranjero
Cada año, más de 200 italianos dejan el país para morir en el extranjero, de acuerdo con un estudio. Pero morir en el extranjero no es posible para todo el mundo: de acuerdo con Cappato, cuesta cerca de 10.000 € recibir un suicidio asistido en Suiza.
"Es una cuestión de dignidad" dice Cappato.