En febrero, Democracy Drinks Berlín regresó a la actividad con una velada de jugosos cotilleos políticos para analizar las secuelas del Qatargate, el escándalo de dinero-por-influencia protagonizado por altos cargos del Parlamento Europeo y la habitual influencia ilegítima tolerada por las instituciones de la Unión Europea.

Liberties se reunió con los expertos en corrupción Flora Cresswell y Jorge Valladares, de la sede mundial de Transparency International, cuyas reflexiones sobre las cuestionables prácticas de funcionamiento de los políticos de la UE explican cómo un escándalo de esta magnitud era una cuestión de "si" y no de "cuándo".

"Un escándalo que tenía que ocurrir"

Jorge, Director de Integridad Política de TI, describe el Qatargate como un "escándalo que tenía que ocurrir", señalando los tres factores que sentaron las bases para que se produjera: la escasa transparencia, los conflictos de intereses y la deficiente rendición de cuentas. Así se genera una cultura de la impunidad en las instituciones de la UE, donde se mira hacia otro lado cuando se infringen las normas y el comportamiento poco ético se considera habitual.

En lugar de responsabilizarse de la laxitud de sus propias medidas anticorrupción, la reacción inicial del Parlamento Europeo fue dar la vuelta a la noticia calificándola de injerencia extranjera que invadía Europa. Según Flora, Coordinadora Regional para Europa Occidental, la UE no se exige a sí misma el mismo nivel de exigencia que espera de los demás. Aunque los Estados miembros están obligados por la Directiva de la UE sobre protección de los denunciantes de irregularidades, ésta no es aplicable a las propias instituciones de la UE, lo que explica por qué los auxiliares del Parlamento, temerosos de poner en peligro sus carreras, pueden haber mirado hacia otro lado.

Si esto lleva ocurriendo durante tanto tiempo, ¿por qué este repentino interés?

Aunque las maletas repletas de dinero añaden sin duda un brillo sensacionalista a la noticia, Jorge cree que el factor exterior del escándalo del Qatargate explica el aumento de la atención pública.

Un posible resquicio de esperanza es que el hecho de que la conducta de los legisladores de la UE esté en el punto de mira suscite una mayor sensibilidad general sobre las prácticas de los grupos de presión y, con un poco de suerte, lleve a un verdadero cambio. Pero por ahora, el daño ya está hecho. Según el propio índice de percepción de la corrupción de TI, la percepción pública de la corrupción en el sector público se situó este año en los niveles más bajos de Europa.

Para hacer frente a la corrupción endémica será necesaria la autorregulación; sin embargo, aunque Europa obtiene buenas puntuaciones en la mayoría de los indicadores de corrupción, la integridad política sigue siendo su punto flaco. Si aspira a restablecer la confianza de la ciudadanía, la UE tendrá que demostrar que se toma en serio la lucha contra la corrupción, y no sólo que aparenta hacerlo.

No es de extrañar que el Parlamento sea la institución de la UE con las medidas de rendición de cuentas más flojas. Según Flora, un buen comienzo sería crear una ficha de integridad (que ya existe para la Comisión), cumplir las promesas de crear el tan cacareado y siempre retrasado órgano de ética, así como grabar las reuniones y hacerlas accesibles al público.

En el plan de 14 puntos de Metsola se echan mucho de menos las sanciones. Según Flora, "Se necesitan castigos. Las normas están ahí, pero no se cumplen".

"El lobby es una forma de corrupción lícita."

Jorge se hace eco de la necesidad de que los eurodiputados hagan público con quién se reúnen. Aunque ya es una obligación, en realidad sólo lo hace el 50%. Jorge describe el lobby como "corrupción lícita" y cree que lo que revele el registro de transparencia podría transformar nuestra forma de ver el lobby: "Nos dirá mucho acerca de cómo se elaboran las leyes y las políticas. Cambiará las reglas del juego". Hacer lobby en la UE también puede resultar lucrativo si la influencia se extiende a la forma en que la UE gasta su dinero a través de la contratación pública, tanto para proyectos actuales como futuros.

A pesar de que es importante que se escuchen diversas opiniones, Jorge cree que el trato de favor que se da a los grupos de presión empresariales se parece más a un banquete de tres platos que a una simple puerta de entrada. La aplicación de seguimiento de lobbies de TI revela que la inmensa mayoría de las reuniones de lobby celebradas por los comisarios europeos son con representantes de intereses empresariales. Flora expresa su preocupación por el hecho de que se esté dando a los regímenes cleptocráticos una plataforma para influir en las democracias de la UE.

Ahora que el comportamiento de los políticos de la UE es objeto de un mayor escrutinio, el Qatargate nos brinda la oportunidad de examinar la mentalidad de los grupos de presión y preguntarnos si realmente defienden los intereses de la ciudadanía. Liberties estará muy atenta a los próximos pasos de la UE para mejorar la transparencia en sus propias filas. Está por ver si optan por medidas superficiales o por verdaderas reformas, pero la responsabilidad de poner orden en su propia casa recae directamente en los legisladores de la UE.

Democracy Drinks es un encuentro informal para representantes de la sociedad civil. Cada mes convocamos a un invitado especial para debatir una cuestión social urgente que afecte a la democracia. Los encuentros atraen a una interesante mezcla de personas procedentes de ONG, instituciones internacionales, foros de ideas, gobiernos y representaciones nacionales, círculos académicos, consultorías de asuntos públicos, empresas sociales y ciudadanía activa.

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Flora Cresswell es Coordinadora Regional para Europa Occidental y Canadá y Jorge Valladares es Director de Políticas de Integridad Política en la Secretaría de Transparency International.