Tecnología y Derechos

Derechos humanos y salud mental: inicia un nuevo proyecto

Hoy en día es sabido que la salud mental es tan importante como la salud física y que es ifundamental y necesario invertir en salud mental por el bien de los individuos y de la sociedad en su conjunto.

by Human Rights Monitoring Institute
Fuente de las imágenes: "Culture Trip" de Michael Driver (CC BY-NC-ND 4.0)

Cada vez es más evidente que las desigualdades, la exclusión, la discriminación y la violencia son factores determinantes que perjudican la salud mental de la sociedad y de las personas. Por ello, la cuestión de cuál es la mejor forma de invertir en salud mental es un tema de mucha relevancia en todas partes. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y muchos países ratificaron sus convenciones sobre derechos humanos, quedó claro que la protección de los derechos económicos, sociales, civiles, políticos y culturales era fundamental para que las personas pudieran ejercer su derecho a una buena salud mental. Asimismo era crucial abordar las desigualdades sociales, la injusticia social, todas las formas de discriminación y la violencia.

Algunos sistemas de salud mental siguen reforzando la discriminación, la exclusión y la violencia

Una de las cuestiones más importantes es revisar si los sistemas de atención a la salud mental de las personas son eficaces, o si en realidad siguen reforzando la discriminación, la exclusión y la violencia. Cada vez más expertos y organizaciones están pidiendo cambios en la atención de la salud mental y respecto a la psiquiatría. Por ejemplo, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó dos resoluciones (en 2016 y 2017) sobre salud mental y derechos humanos. Estas instan a los Estados miembros de la ONU a cambiar sus políticas de salud mental y a poner fin a las violaciones inaceptables de los derechos humanos en los sistemas de atención de la misma.

Analicemo algunos éxitos y fracasos en las inversiones en salud mental en la región de Europa del Este y Eurasia. La historia política de la región implica oportunidades y obstáculos específicos para establecer las mejores prácticas de atención a la salud mental. Analizar la región en su contexto es importante y este es uno de los objetivos del nuevo proyecto, iniciado por Human Rights Monitoring Institute (HRMI).

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Una oportunidad perdida

Al igual que la mayoría de los países de la región, Lituania vivió hace 30 años enormes cambios políticos y sociales. Estos cambios ofrecían la oportunidad perfecta para modernizar los servicios de salud mental, pero desgraciadamente parece que 30 años no son suficientes para un cambio real. Lituania necesita abandonar el legado de la psiquiatría totalitaria y reduccionista de estilo soviético, a la que todavía se aferra en muchos casos. Una serie de factores han llevado a una feroz resistencia al cambio en la atención de la salud mental. Y el sistema de salud en su conjunto sigue siendo rehén de la corrupción y de un modelo biomédico reduccionista de reparación de partes del cuerpo. Si las facultades de medicina de las universidades enseñan a sus estudiantes que el objetivo principal de la asistencia sanitaria es diagnosticar la enfermedad y luego curarla tratando de acabar con la patología a cualquier precio, no debe sorprendernos que la psiquiatría haya seguido el mismo camino. También tiene como objetivo curar enfermedades, en este caso los trastornos mentales, tanto si el paciente lo desea como si no. El principio de "primero no hacer daño" ha sido socavado y consecuentemente, se ha generado una epidemia de violaciones de los derechos humanos en nombre de la psiquiatría.

Pero no podemos culpar de todo esto al legado comunista. Paradójicamente, desde la década de 1990, los asesores de países de la Europa occidental han reforzado esta misma visión anticuada. Los llamamientos a que se utilizaran nuevos tipos de medicamentos eficaces para tratar la depresión y la esquizofrenia resonaron en un vacío en el que la popularidad de la teoría y la práctica psicodinámica y otros propuestas modernas nunca se habían escuchado.

Las farmacéuticas han influido la opinión de los médicos

Sin embargo, una nueva generación de psiquiatras lituanos, incluidos los que trabajan en la academia, han sido influenciados por farmacéuticas y los especialistas. Estos especialistas importaron la opinión de que las causas de la depresión y otras condiciones de salud mental eran predominantemente desequilibrios químicos en el cerebro y que la mejor forma de corregirlos era con medicamentos psicotrópicos y terapia electro-impulsiva. En los últimos 10 años, la psiquiatría occidental ha aceptado en buena medida que llevó el modelo biomédico demasiado lejos, dejando a la psiquiatría biológica en crisis. Sin embargo, en la región de Europa del Este y Eurasia no se ha dado este replanteamiento. En Lituania, en 2019, las autoridades sanitarias y los actores clave del mundo de la psiquiatría todavía no han aceptado que el uso excesivo de intervenciones biomédicas perjudica tanto a los pacientes como la imagen de la psiquiatría como campo de la medicina.

Este tipo de análisis contextual es muy importante. Nos ayuda a supervisar si el sistema nacional de salud mental sigue los principios modernos y si las inversiones son eficaces. También ayuda a reflexionar sobre el presente y a predecir los desafíos que pueden surgir.

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La evolución de la atención psiquiátrica bloqueada

Hay una serie de factores que están frenando el desarrollo de la salud mental en Lituania, y dos de ellos son especialmente dignos de mención. En primer lugar, la falta de sensibilidad de la sociedad en general, incluida la élite, hacia las personas que pertenecen a los grupos más vulnerables. En 2019, todavía 6.000 personas con discapacidad viven encerradas en instituciones residenciales segregadas, sin que la mayoría de la población vea esto como un problema muy grave. Estas personas no han cometido ningún delito. Han sido privadas de su libertad porque tienen problemas de salud mental o de aprendizaje. A los políticos no parece importarles, y tampoco a las élites culturales o científicas.

En segundo lugar, debido a que la región de Europa del Este y Eurasia ha tardado bastante en aceptar teorías establecidas o nuevas prácticas de la psiquiatría occidental del siglo XX, la idea de "terapia" sigue siendo un tanto extraña y a veces incluso un concepto desconocido, al menos cuando se plantea que debería asumirse desde el Estado, al igual que los medicamentos. Los políticos de la región a menudo también piensan que solo los médicos pueden mediar en terapias para enfermedades de salud física interna, incluso si no están capacitados para ello. Al mismo tiempo, a los psicólogos, trabajadores sociales y enfermeros generalmente no se les deja hablar ni realizar ninguna otra terapia, puesno son médicos.

No se comprende que, en gran medida, el apoyo a la salud mental tiene mucho que ver con las relaciones sociales y no solo en el cerebro de las personas.

Los objetivos del nuevo proyecto

El nuevo proyecto del Human Rights Monitoring Institute abordará algunas de estas cuestiones: ¿Qué cambios de paradigma en la historia de la salud mental mundial se han producido en Lituania y en la región de Europa del Este y Eurasia y cuáles todavía siguen pendientes? ¿Qué elementos del actual sistema lituano de salud mental podrían utilizarse en otros países? ¿Qué buenas prácticas de otros países podrían aplicarse en Lituania? ¿Qué medidas se han adoptado en Lituania para lograr un equilibrio saludable entre la inversión en el reembolso de medicamentos psicotrópicos e intervenciones psicosociales? ¿Existe una supervisión independiente de los derechos humanos en los sistemas de salud mental? ¿Cómo se supervisa la aplicación de medidas no consensuadas en los servicios psiquiátricos y qué medidas se están adoptando para reducir o eliminar la coacción en los sistemas de atención a la salud mental en Lituania y en la región de Europa del Este y Eurasia?

El proyecto “Salud mental y derechos humanos: por un giro de paradigma en Lituania y la región de Europa oriental y Eurasia" recibe una beca de apoyo de Foundation Open Society Institute en colaboración con el Programa de Salud Pública de Open Society Foundations.

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