El escritor turco Doğan Akhanlı, de 60 años, que ha criticado abiertamente al presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, fue detenido a primera hora de la mañana del 19 de agosto en Granada, después de que el gobierno turco solicitara su detención a través de Interpol.
Akhanlı ha escrito extensamente sobre la situación de los derechos humanos en Turquía, país donde nació pero del que se exilió a Alemania, donde vive desde 1992 y obtiene su ciudadanía en 2002. Akhanlı nunca ha dejado de denunciar la erosión de los derechos humanos y del Estado de derecho en el país donde nació.
¿Están seguros los disidentes en la UE?
No cabe duda de que Turquía pidió su detención debido a sus palabras y textos críticos. Por eso su detención envía un mensaje profundamente preocupante a todos los disidentes de regímenes autoritarios que viven legalmente en la UE: puede que aquí no estés seguro.
Pero a pesar de esto, la policía española lo detuvo porque pesaba sobre él una "notificación roja" emitida por Interpol, una organización internacional que coordina las fuerzas policiales nacionales. Esta notificación se emitió a petición del gobierno turco, que interpuso una orden de detención para Akhanlı hace cuatro años.
Básicamente,Turquía utilizó a las fuerzas policiales españolas para que hicieran su trabajo sucio: detener a un crítico del gobierno por no haber tenido miedo de hablar. Y no es la primera vez, ese mismo mes, a principios de agosto, respondiendo a otra notificación de Interpol, la policía española detuvo al periodista sueco turco Hamza Yalçın en el aeropuerto de Barcelona. El gobierno turco había emitido una orden de detención contra él por insultar a Erdoğan. Detenciones como estas deberían ser impensables en la UE.
"Es terrible porque pensé que estaba a salvo en Europa y que la arbitrariedad y la arrogancia turcas no llegarían aquí", afirmó Akhanlı tras su detención. "Simplemente abusan del derecho internacional. No tiene nada que ver con el Estado de derecho".
Las detenciones de Akhanlı y Yalçın son muy preocupantes, su único delito fue denunciar el abuso de poder de Erdoğan y las violaciones graves de los derechos humanos que se están cometiendo. Es decir, han sido detenidos por las fuerzas policiales de un país de la UE por ejercer su derecho básico a la libertad de expresión.
Vigilar a la policía
La función de Interpol se supone que no es detener a personas por motivos políticos. Aunque la organización, con sede en Lyon y compuesta por 190 países miembros, no se somete a ninguna supervisión, según informó al EU observer si examina cada solicitud de notificación roja para asegurarse de que no es de "carácter político, militar, religioso o racial".
Pero es difícil no ver la detención de Akhanlı como algo que no sea político. Turquía lleva todo el verano persiguiendo y encarcelando a periodistas que hablan mal del gobierno. Aunque la orden de detención pendiente contra Akhanlı no esté muy clara, parece claro que se emitió a raíz de sus textos sobre el genocidio armenio por las fuerzas turcas y sobre las recientes violaciones de derechos bajo el régimen de Erdoğan.
Es probable que, si no se realiza una supervisión de Interpol, se sigan sucediendo detenciones similares en la UE. La asamblea general de la agencia se reúne únicamente una vez al año y está compuesta enteramente por expertos policiales - personas con la misma formación y trayectoria que los actuales agentes. Las decisiones que adopta la asamblea solo necesitan una mayoría simple, lo que significa que las objeciones de un miembro -o unos pocos- se pueden ignorar fácilmente.
Esto contrasta mucho con Europol, el órgano de coordinación de la policía de la UE, cuyo presupuesto se aprueba en el Parlamento Europeo y donde los europarlamentarios tienen voz a la hora de decidir los nombramientos superiores. Además, el Tribunal de Justicia de la UE ejerce un control judicial sobre la labor de Europol.
No se impulsa la reforma de Interpol
Tanto la canciller alemana Angela Merkel y el ministro de Relaciones Exteriores Sigmar Gabriel se han pronunciado contra la detención de Doğan Akhanlı, pero ninguno de los dos propuso reforma específicas para Interpol, con miras a que exista una mayor supervisión de su trabajo.
Parte de la intransigencia de los Estados de la UE viene del hecho de que sus propias fuerzas policiales han llevado a cabo detenciones dudosas similares en el pasado reciente. En 2015, la policía alemana detuvo a un periodista de Al Jazeera bajo una orden de detención egipcia. Bélgica detuvo el año pasado a Maxime Azadi, un periodista kurdo cuya detención, como la de Akhanlı, fue solicitada por Turquía a través de Interpol.
La Comisión Europea y las organizaciones de derechos humanos han emitido declaraciones condenando el uso de notificaciones rojas para detener a los opositores políticos. Pero si se quiere reformar de verdad Interpol, es preciso que los países miembros presionen cada vez más: Alemania, Bélgica y otros miembros influyentes deben negarse a realizar tales detenciones y oponerse firmemente a ellas, no solo cuando esposan a uno de sus ciudadanos usando las esposas.
Hasta que esto no suceda, no existe mucha esperanza de que vaya a haber un cambio en la agencia, ni tampoco de que paren las detenciones como la de Akhanlı. Esto significa que los disidentes de Turquía, Rusia y otros miembros autoritarios de Interpol no se pueden relajar tampoco en la UE.
Pero incluso tras haber sido detenido, Doğan Akhanlı se niega a que le intimiden: "Nunca lograrán callarme".