Wajahat Abbas Kazmi es un activista y
cineasta de 32 años que vive en Italia desde hace 17 años. Además
de ser cofundador de la organización Il Grande
Colibrì que lucha por los derechos LGBTI, inició la campaña ‘Allah Loves Equality’ en
2015 para luchar contra la homofobia en los países de mayoría musulmana.
Desde entonces, Kazmi marcha orgullosamente con una
bandera arco iris con el nombre de la campaña.
Amenazas
En julio de 2018, Wajahat Abbas Kazmi recibió decenas de mensajes de acoso, que incluían amenazas de muerte, tras compartir unas fotos en las que aparece aparentemente besando a otro activista LGTBI mientras sostiene una bandera marroquí en la marcha anual del orgullo en Milán. Kazmi denunció cerca de 40 mensajes en distintos idiomas, incluido francés, árabe e inglés. La mayoría de personas anónimas o de cuentas falsas, lo que dificultó el proceso de denuncia.
Desde entonces, Il Grande Colibrì ha presentado una denuncia para informar del caso ante las autoridades y a Rete Lenford (una red de abogados, miembro de CILD, que presta apoyo jurídico a las personas que sufren discriminación por su orientación sexual o identidad de género) a fin de identificar el origen de las amenazas de muerte y evitar que se produzcan nuevas discriminaciones. Antonio Marchesi y Riccardo Noury, presidente y portavoz de Amnistía Internacional Italia han expresado su apoyo.
Individualidad
El trabajo de Kazmi fue galardonado en 2017 con el Premio CILD a las Libertades Civiles como Joven Activista y representa un paso importante en la afirmación de derechos LGBTI, pues destaca la importancia de la individualidad dentro de una creciente multiplicidad de identidades y ofrece una visión de la comunidad LGBTI distinta de los modelos oficiales.
En una película que narra la vida cotidiana de las personas LGBTI en Pakistán, Kazmi mostró cómo una minoría interseccional compuesta por individuos que luchan por la libertad de vivir tanto su orientación sexual o identidad de género como su identidad religiosa, ha luchado contra la intolerancia, el dogmatismo religioso y los fundamentalismos que apuntalan la ideología y la práctica de la mayoría.
Sin
embargo, como señaló Kazmi durante un evento sobre el papel de las
comunidades LGBT en el Diálogo judeo-musulmán organizado por CILD y
Magen David Keshet Italy, la religión no tiene por qué suplantar o
limitar la orientación sexual o de género, pues es parte de la identidad individual, y sin ella, muchas personas
podrían sentir que pierden un componente importante de su
identidad.