Varias familias romanís, incluidos 21 niños, se encuentran en las calles de Bruselas después de haber sido expulsados de los centros de acogida y de que se erigiera un muro antiromaní en la frontera franco-belga cerca de Mouscron. Estas acciones contra los romanís han sido juzgadas como vergonzosas por el presidente de la Liga de los Derechos Humanos, y a la organización le preocupa la impresión de que ahora está permitido manifestarse con un lenguaje de rechazo a los romanís.