Tras dos años de espera, el Parlamento griego por fin considerará una nueva legislación contra el racismo. Esta nueva ley castigará la violencia y la discriminación motivada por origen étnico, género, raza, etc. y la negación de los "genocidios" reconocidos por organismos internacionales y el Parlamento griego. La ley ha suscitado fuertes críticas por tres razones: no castiga los crímenes de odio, pero la incitación al odio sí; no proporciona ninguna ayuda a las víctimas de los ataques racistas; y limita la libertad de expresión al penalizar la negación de una amplia variedad de "genocidios".