Poco después del inicio del movimiento #MeToo en Estados Unidos, en Lituania las noticias sobre acoso sexual empezaron a aparecer en el espacio público y muchas mujeres valientes compartieron sus historias de acoso. Cuando varios conocidos personajes públicos comenzaron a ocupar el foco de atención (entre ellos políticos, directores, profesores de universidad, etc.), los ciudadanos empezaron a reaccionar de muchas formas distintas en los debates públicos sobre el acoso.
Apoyo de las mujeres más jóvenes y de los jóvenes
A finales de marzo y comienzos de abril, la agencia de noticias ELTA encargó una encuesta para conocer la opinión de la población lituana respecto del acoso sexual y la divulgación de los relatos relacionados con el mismo. El estudio reveló que el 38% apoyaba que estas historias se hicieran públicas (con un 11% que se mostraba muy a favor y un 27% ligeramente a favor de la decisión).
No obstante un mayor porcentaje (46%) no se mostraba a favor de la divulgación de las historias sobre abuso sexual (un 14% lo consideraba muy negativo y un 32% pensaba que era un poco negativo). Un 16% de las personas no tenían opinión sobre el tema o no contestaron a la pregunta.
Por tanto, se puede decir que la opinión de la población respecto de si se deben o no publicar historias sobre acoso sexual u otro tipo de maltratos está dividida.
Los resultados de la encuesta también revelan la diferencia de opinión entre hombres y mujeres. En general las mujeres son más partidarias que los hombres a ver de forma positiva que las mujeres cuenten sus historias tras sufrir un comportamiento inadecuado (el 47% de ellas consideran positivo el debate público). Las mujeres entre 18-29 años consideran positiva la divulgación de casos de abusos sexual (el 65% estaba a favor y el 19% en contra). Entre las mujeres de 30-49 años, el 53% está a favor y el 36% en contra.
Profesionales y empleados (50%) y los jóvenes (55%) también manifestaron su apoyo a las mujeres que relataban los abusos.
Opiniones negativas de hombres, jefes de organizaciones y hombres mayores
El estudio también reveló la opinión de la población que estaba en contra de la publicación de relatos sobre acoso sexual y otras conductas inapropiadas.
Concretamente, los hombres y mujeres por encima de los 50 se mostraron escépticos con las historias de las víctimas de abuso sexual. Solo un tercio de los hombres y el 38% de las mujeres apoyaban la divulgación de estos relatos (el 53% de los hombres y el 48% de las mujeres mayores estaban en contra).
Los directores de instituciones (55%), los encuestados mayores de 50 años (52%), la población rural (48%), los habitantes de ciudades pequeñas (49%) y las personas jubiladas (55%) se mostraron en contra de divulgar estas historias. Los hombres menores de 30 años y los encuestados que no habían acabado la educación secundaria eran los que en mayor número manifestaban no tener una opinión sobre el tema (o no respondían).
La opinión pública es un arma contra el abuso sexual
Cuando se les preguntó por qué apoyan que las mujeres cuenten estas historias, los encuestados manifestaron su deseo de evitar que se repitan los acosos. Casi la mitad de los encuestados (47%) consideraron que esta era la razón más importante. Un tercio de los encuestados opinó que los derechos de las mujeres no estaban suficientemente protegidos en Lituania, y que, por ello, la publicación de estas dolorosas historias era una forma de proteger estos derechos.
Entre los que se manifestaron en contra de la pubñicación, la opinión predominante era que las mujeres deberían haber denunciado este acoso inmediatamente, y no muchos años después de que hubiera ocurrido (31%). La encuesta también reveló cierta culpabilización a las víctimas; un tercio de las mujeres y hombres del país estaban de acuerdo con la afirmación de que "las mujeres tenían la culpa".
Para reducir el acoso sexual y los comportamientos inapropiados en nuestra sociedad, debemos primero responder adecuadamente a las voces de las mujeres que han decidido contar sus historias, con el fin de escucharlas, sentir empatía hacia ellas y al mismo tiempo evitar cualquier aspecto que culpabilice a las víctimas, cosa que se perpetúa casi por inercia.
Elaborado en base a este artículo publicado en DELFI.