En tu discurso y en una entrevista reciente, nombrabas dos problemas fundamentales: la reducción del espacio de la sociedad civil y la menguante libertad de las ONG. ¿Cómo te imaginas el mecanismo de supervisión del que hablaste y cómo podría una iniciativa así ejercer cierto poder?
Todavía estamos en una etapa inicial y, como no existe un nivel acordado, compartido, de sensibilidad hacia las amenazas que sufre la sociedad civil en la UE, no se está llamando la atención sobre el problema. Siempre nos hemos centrado en mirar afuera mientras permitíamos que la situación se deteriorara dentro, sin siquiera darnos cuenta. Ese es el primer paso. En cuanto hacia dónde vamos, la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) publicará un informe dentro de unos meses con una serie de sugerencias, una de las cuales podría ser la creación de un observatorio para la protección de la sociedad civil. Esta propuesta surgió de una consulta que hicimos hace unos meses, no hay un lugar donde se pueda acudir para obtener toda la información acerca de que está sucediendo en los distintos Estados miembros. Es una buena idea, tanto si somos nosotros los que lo llevemos a cabo, como si apoyamos a otra entidad que lo vaya a desarrollar, creo que es algo que tenemos que explorar.
¿Crees que hay más margen de maniobra para que la FRA intensifique su apoyo a las ONG? ¿Tenéis intención de ser más activos en esto?
Ciertamente. La FRA tiene la responsabilidad no solo de colaborar estrechamente con la sociedad civil sino de apoyarla de forma adecuada. Una de las iniciativas que hemos realizado recientemente es reformar la manera de relacionarnos con la sociedad civil. Tenemos lo que llamamos la Plataforma de Derechos Fundamentales con la que se puede asociar cualquier grupo cuyos objetivos sean compatibles con los derechos humanos, y esto no solo nos permite explicar a la sociedad civil nuestro trabajo, sino también escucharles y ver cómo podemos mejorar nuestro apoyo.
La sociedad civil es el motor de la democracia, y si permitimos que se deteriore tiene un impacto negativo en todo el espíritu democrático de cualquier Estado. Así que tenemos que prestar mucha atención.
¿Tienes alguna observación concreta sobre lo que está sucediendo entre las ONG y el gobierno húngaro?
Comparto la opinión de la Comisión Europea, de Naciones Unidas y del Comisario Europeo de Derechos Humanos de que la ley recientemente aprobada es problemática desde el punto de vista de los derechos humanos. Hay varias cuestiones relacionadas con la falta de conformidad tanto con el derecho internacional como con la legislación de la Unión Europea que debemos abordar. No estamos solos: hay una serie de organismos internacionales de derechos humanos que comparten la misma opinión.
¿Crees que el argumento del gobierno húngaro de que estas ONG deben ser más transparentes y que con la ley en cuestión el gobierno podrá supervisarlas mejor, está justificado?
restringe los derechos humanos hasta un punto que supera los límites del derecho internacional. Según este, si limitas los derechos que garantizan una sociedad civil saludable, como la libertad de asociación, tiene que ser estrictamente en base al principio de necesidad y proporcionalidad. Sin embargo, los observadores internacionales que han seguido el caso señalan que está ley va más allá de lo permitido por los principios de necesidad y proporcionalidad.
Hay mucho debate últimamente, especialmente en Bruselas en los círculos de las ONG, acerca de pedir que la UE que mejore su apoyo a las organizaciones civiles dentro de la Unión. Existen programas para financiar ONG en terceros países, pero dentro de la UE, aunque hay algunos fondos disponibles, no es una posibilidad que se haya explorado adecuadamente. ¿Os ha pedido la Comisión vuestra opinión al respecto o tenéis intención de aportarla?
He trabajado en las juntas directivas de varias ONG en el pasado y siempre me ha llamado mucho la atención que las ONG del rincón más rico del mundo, a menudo son las más pobres, pues no tienen acceso, por ejemplo, la financiación para el desarrollo que sí está disponible para muchos terceros países. Por ello, en algunos Estado europeos, el tercer sector puede ser muy débil, ya que no cuenta con una financiación fiable y segura. Es un problema sobre el que hemos realizado una investigación recientemente y que reflejaremos en nuestro próximo informe. Pero como decía, yo no soy portavoz de la Comisión, nosotros somos independientes, y aunque sí hablamos con ellos y sé que están interesados, para saber en qué punto están en este planteamiento, habría que preguntarles a ellos directamente.
Lo que sí estamos haciendo es presionar a todos los actores relevantes en Europa, incluida la Comisión Europea, para que trabajen más está cuetsión y reconozcan la necesidad de apoyar a la sociedad civil.
¿Estás de acuerdo en que las organizaciones civiles de Estados miembros del Oeste y del Este se enfrentan a distintos desafíos? ¿Crees que sus problemas pueden abordarse bajo el mismo marco?
No, no estoy de acuerdo. Nuestro análisis ha demostrado que si bien la situación difiere de un país a otro, no se enmarca en una línea clara Este-Oeste. Por cierto, nos encontramos esa línea en nuestro trabajo todo el tiempo, existe una presuposición de una división Este-Oeste, pero cuando la analizamos no la vemos nunca, en general, los problemas son iguales a un lado de esa línea como a la otra, solo que quizá son menos evidentes. Por ejemplo, en algunos países que se situarían en el lado occidental de la línea, ha habido cambios en las leyes tributarias que tienen un impacto negativo para las ONG, como la definición del tipo de trabajo benéfico que está exento de impuestos. Se imponen normativas de lobby que suponen una carga pesada para las ONG. También se han dado ataques físicos a ONG, generalmente no por parte Estado, que representan causas por ejemplo de comunidades musulmanas o judías, o de la comunidad LGBT, y no siempre son investigados rigurosamente por la policía. Tenemos problemas en toda Europa. Normalmente evito esta lógica Este-Oeste hasta que alguien me la demuestre.
En Hungría, la mayoría de los medios de comunicación son estatales o pertenecen a intereses privados cercanos al gobierno. Esto conduce a una situación en la que existen muy pocas fuentes de medios independientes, y la mayoría de las personas se informan diariamente a través de estas fuentes. ¿Piensas que la FRA tiene algún papel que desempeñar en esta situación?
La libertad de los medios de comunicación es uno de los temas que más nos preocupa a la FRA, pues es absolutamente fundamental para una sociedad desarrollada y respetuosa con los derechos humanos. Publicamos un informe sobre este tema precisamente para el coloquio de la Comisión que se llevó a cabo el pasado mes de noviembre, en el que, utilizamos nuestra unidad de investigación en cada Estado miembro de la UE para mapear el tipo de amenazas que existen a la libertad de prensa. Incluye todo, desde los ataques al periodismo (que afecta mucha más a las mujeres periodistas que a los hombres), la falta de reconocimiento de la naturaleza periodística de una gran cantidad de medios de las redes sociales, la concesión de monopolios, es un abanico muy amplio. Pero es un problema serio. Todos estamos a la espera de la CE tras el coloquio. Por parte de la FRA, analizaremos todas las dimensiones de libertad de expresión y de libertad de prensa. Por ejemplo, en breve investigaremos la cuestión de los derechos humanos y los algoritmos, pues estas tecnologías tienen una incidencia enorme, también en las redes sociales. Este es un ejemplo de cómo nos mantenernos por delante de la noticia.
