Ayer el primer ministro de Hungría, Viktor Orban dijo a periodistas durante una conferencia de prensa que no le importa si sus aliados internacionales respeten la democracia o no, ya que su política exterior se basa en " intereses húngaros " y no en valores. "La política exterior basada en la ideología es un invento de los poderosos para los estúpidos", dijo. Anunció su intención de introducir una "dura política contra los refugiados" porque los refugiados "no serán miembros de la Academia de Ciencias," es decir, son personas sin educación que toman trabajos de personas desfavorecidas en Hungría.
Estas declaraciones públicas dicen mucho sobre la mentalidad política de nuestro primer ministro. Él cree que los valores - democracia, derechos humanos, solidaridad etc. - son artículos de lujo prescindibles, palabras vacías. Lo que realmente importa para él no es un valor, sino poder; lo que realmente cree no es colaboración, sino coerción.
Si hay "intereses Húngaro" como tal, son los intereses de la gente de vivir en un país libre y democrático, donde existe un estado de derecho, donde se respeten los derechos humanos y el gobierno protege y apoya a los pobres y los débiles. Esto era el sueño de grandes héroes húngaros como Lajos Kossuth, el líder de la guerra de independencia de 1848-1849. Por cierto, él, se convirtió en un refugiado, como cientos de miles de otros húngaros que tuvieron que huir de su país en los siglos pasados, debido a la pobreza, la guerra o la tiranía.
Muchos refugiados húngaros se convirtieron en respetados miembros de sus sociedades de acogida: científicos, artistas, músicos, novelistas y políticos. Los refugiados de hoy pueden contribuir a sus sociedades de acogida en muchas maneras significativas también. Quién sabe, tal vez un muchacho refugiado sirio, que está cruzando ilegalmente la frontera húngara en este momento, encuentre la cura para el SIDA. Pero sólo si le damos una oportunidad, como esos otros países que acogieron a refugiados húngaros famosos en el pasado.
Por supuesto, las relaciones económicas y diplomáticas con algunos regímenes antidemocráticos son necesarias hasta cierto punto. Pero la historia nos enseña que debemos elegir cuidadosamente nuestros aliados. Los líderes de Hungría eligieron el lado equivocado en ambas guerras mundiales. Dijeron en el momento que sus decisiones servían "Intereses húngaros" en un nuevo orden mundial. Generaciones de húngaros tuvieron que pagar el precio de sus errores garrafales.
Hay otro aprendizaje importante en nuestra historia. Conocemos demasiado bien, lo que es estar oprimido, vivir con miedo. En tiempos de dificultades, cuando el pueblo se levanta contra la tiranía o cuando una pequeña nación lucha por su libertad, el apoyo internacional desde el mundo libre importa mucho.
Si nos niegan solidaridad con quienes están oprimidos en otros países y nos aliamos con sus opresores, si nos negamos a aceptar a refugiados que han perdido sus hogares, no sólo negamos nuestros valores fundamentales como amantes de la libertad de los húngaros, no sólo escupimos sobre las tumbas de los héroes de nuestra historia, pero también socavamos nuestros propios intereses nacionales.
Peter Sarosi
HCLU