El 25 de mayo Irlanda celebró un referéndum sobre la 36ª enmienda al proyecto de ley sobre la Constitución de Irlanda. La ley propuesta pretende cambiar la disposición constitucional actual, la Octava Enmienda, que prohíbe el aborto en la mayoría de los casos en la República de Irlanda. Tras varios intentos fallidos en el pasado de flexibilizar la ley, por fin esta votación concluyó en una decisión abrumadora a favor de liberalizar la ley de aborto del país, extremadamente restrictiva, con el apoyo del 66% de quienes acudieron a las urnas. Más del 64% de los votantes elegibles fueron a votar, uno de las tasas más altas de participación de la historia de un referéndum en el país.
La legislación irlandesa actual permite el aborto en circunstancias muy específicas, si el embarazo supone un riesgo para la vida de la madre o si existe una amenaza de suicidio. Y aunque con el tiempo se habían flexibilizado ligeramente, la legislación vigente sigue representando una grave amenaza para la salud y la vida de las mujeres en el país. Asimismo, provoca que un gran número de irlandesas tengan que viajar al extranjero para abortar o que intentan interrumpir sus embarazos con píldoras obtenidas ilegalmente.
'Esto significa todo'
La Octava Enmienda se añadió a la Constitución el 7 de septiembre de 1983, y desde entonces cerca de 170.000 mujeres han viajado de Irlanda a Reino Unido y Gales (principalmente) para interrumpir sus embarazos. Además, las irlandesas, como ciudadanas de la UE, tienen derecho a viajar al extranjero para acceder a un aborto que permita la legislación nacional. En 2002, Irlanda celebró también un referéndum para flexibilizar las regulaciones sobre el aborto, pero fracasó, pues el 50.4% de los votantes lo rechazaron.
Mary Higgins, obstetra y activista de Together For Yes, dijo en reacción al referéndum: "Es increíble. Después de todos los años y más años que llevamos tratando de cuidar a las mujeres y siendo incapaces de lograrlo, esto significa todo".
La campaña a favor de la liberalización la marcaron los testimonios de muchas mujeres que compartieron públicamente sus duras experiencias teniendo que salir al extranjero para someterse a un procedimiento de interrupción del embarazo, una de las claves que explica por qué todos menos uno de los 40 distritos electorales de Irlanda votaron "sí".
En un contexto más amplio, los resultados muestran cómo se ha transformado una sociedad fuertemente católica. Irlanda tiene por primera vez un primer ministro que es abiertamente gay, Leo Varadkar, que hizo campaña para revocar la restrictiva enmienda y que calificó la votación como una oportunidad histórica única: "Hoy es un día histórico para Irlanda. Una revolución silenciosa ha tenido lugar."