Observatorio de la UE

¡Haz que tu democracia vuelva a ser grande!

¿Qué podemos hacer frente al populismo con esteroides? La respuesta podría estar en un libro superventas de los años 90.

by Orsolya Reich

Yihad vs. McMundo

En su libro superventas de 1996 titulado Jihad vs. McWorld, el politólogo estadounidense Benjamin R. Barber argumentaba que dos fuerzas igualmente poderosas se debatían a finales del siglo XX por conquistar nuestros corazones y mentes. En su libro, "McMundo" es como llama Barber metafóricamente al espíritu homogeneizador del capitalismo global, maximizador de beneficios e higiénicamente eficiente. La "Yihad" es la respuesta: el resurgimiento del tribalismo etnocéntrico, del auge del odio provinciano y de la nostalgia acuciante por "un mundo que antecedió al capitalismo cosmopolita, definido por misterios religiosos, comunidades jerárquicas, tradiciones fascinantes y torpezas históricas". El McMundo diluye las fronteras nacionales y las vuelve porosas desde el exterior; la Yihad las desgasta por dentro. Barber reflexionó que, con el tiempo, el McMundo se impondría a la antimodernidad representada por la Yihad y se convertiría en el único operador en escena. Para él, sin embargo, eso no era motivo de alegría. En su opinión, el Estado-nación es el mejor envase para la democracia y, dado que tanto Yihad como McMundo socavan el Estado-nación, las perspectivas serían sombrías, ganase quien ganase.

¿Es producto la Yihad 2.0 del tribalismo resurgente?

La hipótesis de Barber, según la cual el Estado-nación y la propia democracia acabarán aplastadas por la perniciosa dialéctica entre el McMundo y la Yihad, es cuando menos provocativa. Sin embargo, si observamos el mundo en 2019, puede parecer algo desencaminada. Ahí siguen el McMundo y también la Yihad, tal y como los describe Barber en su libro, pero los líderes de algunos países han logrado exacerbar el tribalismo y hacerlo trascender del nivel regional al nacional. La Yihad 2.0 ha tomado la forma de un nacionalismo resucitado. Es muy probable que el Reino Unido abandone la UE. El presidente estadounidense quiere construir un muro en la frontera sur de su país para impedir la entrada de migrantes, algo que el primer ministro húngaro ya ha conseguido. ¿Deberíamos alegrarnos por ello? ¿Debería Barber estar contento? Después de todo, el Estado-nación se fortalece de nuevo y, si lo suponemos el mejor envase para la democracia, este podría ser un motivo de celebración.

Los progresistas europeos deben actuar con rapidez para contener la marea

Es interesante preguntarse qué opinaría Barber sobre esto y si estaría o no contento (de hecho, no se mostró muy satisfecho con cómo han evolucionado los acontecimientos desde la aparición de su libro). Los líderes que podríamos calificar de autoritarios populistas afirman que están defendiendo la soberanía de sus naciones mediante la construcción de muros y que, para ellos, sus países son lo primero. Pueden decir que están representando la voluntad de la mayoría (¡de los auténticos patriotas!) y que son los únicos demócratas de verdad. Pero son pocas las pruebas que demuestren que así sea realmente. Antes bien, exacerban el odio y el miedo y utilizan las vulnerabilidades de los ciudadanos contra los ciudadanos mismos solo para afianzar su propio poder.

Por suerte, la batalla contra el autoritarismo populista no se ha perdido. Pero los progresistas de Europa no tenemos mucho margen para responder. Si estás interesado en saber por qué y quieres conocer las políticas que pueden ayudarnos a salir victoriosos, lee Countering Populist Authoritarians, el nuevo libro de nuestro Director de incidencia política, Israel Butler, aquí.


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