El 56% de los jóvenes de origen turco, marroquí, surinamés o antillano afirma su "rechazo total" a trabajar para la policía, mientras que entre los que no tienen origen migrante este porcentaje baja a 31%. Los jóvenes de origen migrante temen la discriminación y la desaprobación de sus familias. Estas cifras son una de las razones por las que la policía recluta activamente «nuevos ciudadanos neerlandeses». El jefe de policía de Ámsterdam quiere que la mitad de los nuevos agentes tengan antecedentes de migración, pues esta diversidad es necesaria para aumentar la efectividad de su cuerpo.