Los trabajadores del Consejo Neerlandés para los Refugiados, en su mayoría voluntarios, tienen acceso a datos personales muy delicados de cientos de refugiados a quienes no llevan ellos personalmente: nombres y direcciones, números de expediente, teléfonos y datos bancarios. En algunos casos a la transcripción de los interrogatorios de asilo del Servicio de Inmigración y Nacionalización e incluso a historiales médicos. Pueden acceder a los datos tanto en casa como después de las horas de oficina. Según el Consejo para los Refugiados su sistema cumple todos los requisitos de privacidad.