Los legisladores griegos han finalizado el Tratado de Sevres de 1920 y el de Lausana de 1923, que estipulaban que las costumbres islámicas y la ley religiosa se aplicarían a los miles de musulmanes que se convirtieron en ciudadanos griegos. La ley, aprobada por el Parlamento a principios de enero, permite que, si lo desean, los musulmanes acudan al sistema judicial secular para resolver disputas familiares como un divorcio, la custodia de menores o una herencia, en lugar de apelar a los juristas islámicos, los llamados muftíes, quienes, según los críticos, a menudo discriminan a las mujeres.