Te presentamos al nuevo jefe, el mismo de antes

El 6 de junio, Andrej Babiš fue nombrado Primer Ministro de la República Checa por segunda vez en siete meses. Se trata de un hecho muy preocupante para los defensores de las libertades civiles y para los medios de comunicación independientes. La libertad de los grupos de noticias independientes está en peligro por la llegada al poder de Babiš y otros oligarcas, así como por las amenazas a su trabajo y a su bienestar personal.

De Agro a ANO

Lo que posibilitó el camino de Andrej Babiš hasta la cima de la política checa fue su carrera como empresario, que también le convirtió en la segunda persona más rica del país, principalmente gracias a su grupo empresarial agroindustrial Agrofert. Babiš se valió de una combinación de dinero, conexiones y sentido de la oportunidad para hacer una entrada triunfal en el ámbito político como alternativa populista a la clase dirigente establecida. Fundó su propio partido, ANO (que en checo significa "Sí", pero es también el acrónimo de Akce Nespokojených Občanů, "Acción de los Ciudadanos Insatisfechos"), y subió como la espuma convirtiéndose primero en Ministro de Finanzas y, a continuación, en diciembre de 2017, en Primer Ministro.

Pero le siguieron acusaciones de corrupción. Nunca se ha llegado a explicar cuál es la fuente de financiación de sus adquisiciones empresariales y tiene abierta una investigación penal, porque se le acusa de haberse hecho con dos millones de euros de subvenciones de la UE por medios fraudulentos. Esto ha frustrado sus intentos de formar un gobierno, aunque ahora se haya constituido una coalición que tiene que lograr ser refrendada el 11 de julio.

Las posiciones políticas de Babiš son difíciles de encasillar. Al igual que muchos otros líderes populistas, sus declaraciones públicas juegan mucho con las emociones, pero les falta fondo. Las cuestiones en las que sí se posiciona guardan un doloroso parecido con las de otros populistas europeos: considera que la inmigración y el terrorismo son las dos grandes amenazas para Europa y, al igual que Viktor Orban en Hungría y Jarosław Kaczynski en Polonia, Babiš se ve a sí mismo como el salvador de la identidad nacional del país. Con el objeto de fortalecer su posición, Babiš, al igual que Orban y Kaczynski, está empezando a reprimir a las voces críticas dentro y fuera del gobierno, en particular, en los medios de comunicación.

Controlar el relato

Cuando un gobierno lanza un duro ataque contra las libertades civiles de la gente y por el control de los organismos independientes esenciales para la aplicación de la ley, como la magistratura, se habla del problema de la "reducción del espacio de acción". Liberties ha hecho análisis exhaustivos del problema de la reducción del espacio de acción en Rumanía, Italia y Polonia. En el caso de Polonia, el problema más reseñable son las acciones del gobierno para secuestrar a la magistratura y ponerla bajo su control; en Italia, la postura anti-inmigración de los políticos y de muchos medios de comunicación ha llevado a restricciones legales directas sobre las ONGs, por no mencionar los daños considerables en términos financieros y de reputación.

En la República checa, la reducción del espacio de acción es particularmente grave en relación con los medios de comunicación libres e independientes. El ascenso político de Babiš ha venido acompañado (si no directamente posibilitado) por su adquisición de algunos de los medios de comunicación más importantes del país. Fundó ANO en 2011 y empezó a comprar empresas de comunicación poco después. En 2013, compró el grupo de medios de comunicación MAFRA, que publica uno de los periódicos más leídos del país. A continuación, compró los periódicos Lidové noviny y Metro, que en conjunto tienen más de un millón de lectores checos al día. El siguiente paso fue la adquisición de Radio Impuls, que cuenta con la mayor audiencia del país.

Un informe de 2015 de la revista Foreign Policy revelaba que los grupos empresariales de la comunicación de Babiš "suelen hacer una presentación de las noticias afín a Babiš y crítica con sus adversarios". Este informe, publicado un año después de que Babiš fuera nombrado Ministro de Finanzas, también señalaba que estos medios de comunicación habían puesto en marcha investigaciones por acusaciones de corrupción conectadas con el entonces Primer Ministro Bohuslav Sobotka.

Silenciar las críticas

Estos ataques vienen acompañados de ataques contra otros medios de comunicación críticos. "Los medios de comunicación de Babiš iniciaron también una campaña de difamaciones contra mí y contra mi periódico", declaró el periodista Jakub Patočka en una entrevista con la periodista francesa Rachel Knaebel. El portal de noticias on-line de Patočka, Denik Referendum, estaba detrás de un informe que explicaba detalladamente cómo Babiš ha utilizado su poder político para aumentar su fortuna personal. La redacción de este informe les supuesto para Denik Referendum y para Patočka la apertura de un procedimiento penal contra ellos por calumnias.

Patočka no tiene ninguna duda sobre el verdadero motivo detrás de todo ello: silenciar una voz crítica contra Babiš. Se trata de una vieja costumbre de los autoritaritarismos populistas. En Hungría, Orban ha atado a los medios de comunicación públicos a la par que sus amigotes acaparaban los grupos de comunicación privados. Después de hacerse con el poder, el Partido derechista Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco) despidió a los consejos de administración de los canales públicos de radio y de televisión, convirtiendo el telediario de la noche de la televisión pública en "un altavoz del gobierno del PiS, donde se alababan sus éxitos diarios en el país y en el extranjero", de acuerdo con un informe de Freedom House.

El Presidente Zeman está también fomentando la desconfianza y la animadversión contra los periodistas. En una conferencia de prensa en mayo de 2017, Zeman bromeó con que su país tenía demasiados periodistas y quería que los liquidaran; ha llamado "estiércol" y "hienas" a los periodistas y en otra conferencia de prensa, en octubre del año pasado, levantó un rifle AK-47 de imitación con las palabras "na novinaru" (para los periodistas) estampadas con letras grandes en el cañón.

La clasificación mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras de este año aludía específicamente a esto, afirmando que "[e]l grado de concentración en la propiedad de los medios de comunicación ha alcanzado un punto crítico" a raíz de la compra de grupos mediáticos por parte de Babiš y otros oligarcas. No resulta sorprendente, por lo tanto, que el país bajara 11 puestos, hasta llegar al puesto 34º, con respecto a la clasificación de 2017.

¿La misma situación que en Hungría y Polonia?

Con todo, a pesar del control del poder de Babiš, hay motivos para esperar que su retórica populista no tenga con el electorado checo el eco que ha tenido la de otros dirigentes populistas con los electorados húngaros y polacos. Hay diferencias culturales significativos entre la República checa y otros países del bloque oriental ahora mismo cautivados por el populismo.

“El factor patriótico no es tan importante en la política checa y el factor de 'la sangre y la tierra' está prácticamente ausente", dice Patočka. "Mientras que existen imágenes de una 'Gran Hungría' y una 'Gran Polonia', no hay nada parecido al concepto de una 'Gran Chequia'".

Pero los checos se han dejado influir por la retórica populista de Babiš y se muestran claramente receptivos a su alarmismo con respecto a la inmigración. Mientras que la Comisión Europea centra sus preocupaciones en Polonia y Hungría, un tercer miembro del Grupo de Visegrado se está deslizando cada vez más hacia el autoritarismo. Y mientras que la UE ha focalizado sus esfuerzos, comprensiblemente, en el control de los gobiernos sobre la magistratura y la sociedad civil, la erosión de los medios de comunicación independientes puede ser igualmente peligrosa para la democracia.

No está claro si el populismo de Babiš sumirá el país de lleno en el autoritarismo de otros miembros del Grupo de Visegrado. Pero resulta muy preocupante que, hasta el momento, todo lo que ha hecho ha pasado desapercibido fuera de la República Checa. A decir verdad, en no tanto tiempo la UE podría pillar otro buen dolor de cabeza centroeuropeo.

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