En Italia, hay más de 200 cárceles ordinarias, en las que están presos unos 50.000 adultos, mientras que los 16 centros de detención de jóvenes (IPM) contienen menos de 500 menores de edad.
Hay cárceles para adultos, y luego están los centros de detención de jóvenes. Mientras que se habla mucho de las primeras, no se presta mucha atención a estos últimos. Pero a pesar de los números, los lugares de detención siempre necesitan una estrecha vigilancia, sobre todo cuando se trata de sujetos vulnerables (como los jóvenes) - tal y como queda detallado en el seguimiento y el informe anual de Antigone del sistema de detención juvenil italiano.
Nuevos desafios
El informe de 2015 pone de manifiesto algunos datos interesantes sobre el estado del sistema de centros de detención juvenil: la inmensa mayoría de los detenidos son condenados por delitos contra la propiedad, mientras que los demás están presos por otros delitos, incluidos contra las personas; los menores no italianos tienen más probabilidades de estar presos y no sometidas a un régimen penal externo y de hecho representan el 45 por ciento de la población de los IPM.
También es importante tener en cuenta que la disminución general de la población penitenciaria redujo la población de los centros de menores de primera recepción: durante 2014, menos de 1.550 jóvenes pasaron por estas instalaciones, mientras que en años anteriores nunca bajaron de 2.000 visitantes. La disminución general fue producto en gran medida de las políticas adoptadas por la famosa sentencia Torreggiani del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Al mismo tiempo, sin embargo, el crecimiento de las poblaciones en los IPM, que conforme a una ley aprobada en 2012 incluye a todos los menores y jóvenes de hasta 25 años, que ha planteado nuevos retos y es particularmente problemático para los IPM que carecen de la capacidad estructural para dar cabida a nuevos detenidos.
La clase ya ha empezado
Mirando más de cerca cómo es la vida en el interior de los IPM italianos, la primera área de interés es el de las actividades escolares: se ofertan un montón de cursos curriculares, que van desde lecciones básicas de italiano para extranjeros a módulos de enseñanza secundaria (hay también unos pocos jóvenes que salen a la calle para asistir a cursos universitarios). Asimismo hay una amplia oferta de actividades extracurriculares, que incluyen teatro, fotografía, rap y graffiti, y oportunidades de practicar deportes como el fútbol, el yoga y la capoeira.
Sin embargo, no hay suficientes maestros, muchos de los cuales trabajan de forma voluntaria, mientras no hay ningún profesor de apoyo; el espacio en las aulas es limitado - aunque cada IPM cuenta con una biblioteca bien amueblada - y, por regla general, los datos sobre el éxito de estas actividades formativas son bastante desalentadores (solo 201 personas jóvenes obtienen créditos formativos, de los 1066 inscritos a los cursos).
Más variada es la situación de las salidas profesionales: todos los IPM ofrecen cursos profesionales de formación y algunos presentan un buen funcionamiento de las actividades productivas internas - como panaderías o lavanderías - que ofrecen oportunidades de empleo; algunos IPM también ofrecen pasantías, prácticas y oportunidades de trabajo, tanto dentro como fuera del IPM.
Cuatro cosas que hay mejorar ahora
La observación de Antigone sobre el sistema de centros de detención de jóvenes subraya la necesidad de recordar la importancia de este tipo de estructuras mientras continúa la reforma del sistema penitenciario italiano.
Entre las 20 propuestas presentadas por Antigone al gobierno el pasado junio, hay un punto relativo a la exigencia de intervenir en el sistema de justicia de menores, sobre todo en cuatro frentes:
- la apertura del sistema de justicia de menores a más actividades externas;
- la garantía del acceso a Internet en cada centro de detención;
- la mejora de edificios y el diseño de los IPM, es decir: menos barrotes, más ventanas abiertas;
- la remodelación de personal que incluya más operadores pedagógicos especializados y menos policías penitenciarios.
El objetivo de estas medidas es hacer que los centros de detención de jóvenes parezcan no tanto cárceles sino escuelas para chicos que necesitan una segunda oportunidad.
El informe completo puede consultarse aquí.