Los gobiernos populistas autoritarios actuales tienen algo en común: el nacionalismo es uno de sus ingredientes fundamentales. De hecho, es difícil imaginar un gobierno populista que no se apoye en el nacionalismo para avivar el orgullo, el miedo y la furia que utilizan para conservar el poder. Pero aunque se parecen en muchos aspectos, no son lo mismo.
¿Qué es el nacionalismo?
El nacionalismo es una ideología política y creencia de que la soberanía, los intereses y la identidad de su propia nación prevalece sobre otros estados y grupos de personas. En sí mismo, el término resulta difícil de definir, tanto porque ha cambiado de significado a lo largo del tiempo y del contexto, como porque a menudo va unido a movimientos políticos muy dispares. Por ejemplo, el término se ajusta bastante bien a las plataformas de Viktor Orban en Hungría o Jarosław Kaczyński en Polonia, pero también podría aplicarse a las monarquías fuertes, orgullosas y democráticas de Reino Unido o Países Bajos.
En la práctica, sin embargo, encaja de forma más natural con un movimiento político populista, conservador o de derechas. Estos movimientos se mantienen en el poder a base de azuzar un sentimiento de identidad (nacional) común que se encuentra amenazada por "otros" (grupos externos que erosionan la identidad de la nación y amenazan su soberanía). La sociedad civil, los medios de comunicación, los jueces, los académicos y la comunidad LGTBIQ, entre otros, son los chivos expiatorios habituales. Y este mantra de "reunirse en torno a la bandera" aviva inevitablemente los sentimientos nacionalistas.
El nacionalismo no siempre fue una política de "nosotros contra ellos". Sus raíces se encuentran en el cambio del siglo XIX y en las revoluciones francesa y estadounidense, ambas impulsadas por un sentimiento independentista o nacionalista que remodelaría Europa. La incorporación del nacionalismo a una ideología política fue un motor clave de los movimientos de soberanía popular que provocaron revoluciones y guerras en Europa a lo largo de todo el siglo, y que acabaron desembocando en la Primera Guerra Mundial.
Los impulsos nacionalistas han configurado Asia, incluso a China y la Península de Corea, y a los Estados europeos antes, entre y después de las guerras mundiales. A menudo se citan las tensiones nacionalistas como una de las causas de la Primera Guerra Mundial, y el nacionalismo fue la principal razón por la que Hitler pudo tomar el poder: "Alemania no había perdido la guerra, había sido apuñalada por la espalda por políticos judíos y de izquierdas, y luego por otros países en Versalles". Más recientemente, el nacionalismo fue un elemento importante, si no la columna vertebral, de la campaña pro-Brexit en Reino Unido. Y es lo que el partido húngaro Fidesz utiliza ahora para atraer votantes de cara a las elecciones del año que viene en una campaña que ataca a Bruselas (es decir, a la UE) y a Soros (es decir, a la sociedad civil, los liberales y a extranjeros).
¿Qué es el populismo?
El populismo es una estrategia política que consiste en apelar al "pueblo" poniéndolo en oposición a las "élites", a las que se culpa de empeorar la vida del pueblo. Al igual que el nacionalismo, el populismo no está intrínsecamente ligado a una determinada ideología política. Pero a diferencia del progresismo, que ya hemos contrastado con el populismo, el nacionalismo se solapa bastante con el populismo, y especialmente con el populismo autoritario. Como ya hemos dicho, el poder de los populistas autoritarios deriva de avivar un sentimiento nacionalista y generar así una división entre los "verdaderos" polacos, húngaros, eslovenos, etc., y los "otros".
El populismo es más antiguo que el nacionalismo, y sus orígenes se remontan a la República romana, de la que toma su nombre. Los Populares —que en latín significa "a favor del pueblo"— eran una facción política que favorecía la causa de los plebeyos (los comunes) contra la clase dirigente. Desde entonces, el término se ha aplicado a políticos y movimientos de todo el espectro político.
Pero el populismo de la Europa actual es más visible en el populismo autoritario, cuyos líderes conservan el poder mediante mensajes populistas y prometen proteger al "pueblo" y a la nación de las amenazas percibidas. Resulta irónico, pero no sorprendente, que en realidad gobiernen para favorecer sus intereses y los de sus amigos —las verdaderas élites— a la vez que desestabilizan las mismas instituciones que protegen los derechos del "pueblo" (como un sistema judicial independiente).
Los autoritarios populistas de Europa dividen la sociedad en base a líneas étnicas o religiosas: los blancos son "el pueblo", mientras que las ONG, los medios de comunicación y los jueces son presentados como las élites. Y retratan a estas "élites" como si únicamente se preocuparan por el bienestar de los "grupos marginales" a expensas de la "gente corriente". Entre esos grupos se encuentran los inmigrantes, las personas LGTBIQ, las personas con discapacidad e incluso las mujeres.
¿Cuál es la diferencia entre nacionalismo y populismo?
En teoría, puede haber nacionalismo sin populismo. Por ejemplo, cuando una monarquía o un dictador está totalmente identificado con la identidad de la propia nación y resulta indivisible de la misma, puede existir un cierto nacionalismo sin los contornos del populismo. Y el populismo (apelar a las necesidades y valores del "pueblo") no equivale por definición a apelar a los intereses nacionales. Pero en la práctica, los populistas autoritarios lo presentan así, pues tienden a creer en el patriotismo ciego: la nación no puede hacer nada malo y su nación es mejor que las demás.
Esto les hace más propensos a ser agresivos hacia otras naciones y hacia ciertos grupos de personas que supuestamente amenazan o dañan la nación. Evidentemente, estas amenazas, en general son creaciones de los propios populistas autoritarios con el único fin de aumentar su poder. Asimismo, se convierten en protectores de los símbolos nacionales, como la bandera, y sensibles a cuestiones de seguridad nacional. Estas son cuestiones que uno asociaría con el nacionalismo. Otros aspectos del autoritarismo, como el apoyo al castigo severo de los delincuentes, la discriminación de grupos históricamente marginados, la represión de las protestas pacíficas y la concentración del poder en manos de un líder fuerte, se observan en los populistas más destacados de la actualidad: Orban, Kaczyński, el esloveno Janez Janša y el brasileño Jair Bolsonaro, por nombrar algunos.Asimismo, resulta importante diferenciar entre nacionalismo y patriotismo, términos que se confunden a menudo, pues de hecho, los nacionalistas suelen tratar de apropiarse de los símbolos nacionales y de la historia nacional, de que el orgullo por las luchas históricas o los logros del país se convierta en un amor patriótico y una lealtad al Estado — y al gobierno. Pero ese patriotismo no está en realidad vinculado a ningún movimiento político o gobierno, y puede ser más bien el orgullo que una persona siente por los valores progresistas o los logros de la historia de su país. Por lo tanto, patriotismo y nacionalismo no son lo mismo, y la gente puede ser patriótica sin ser devota de la política actual de su país.
Ejemplos de nacionalismo y populismo en el mundo
El nacionalismo es un fenómeno de hace siglos. Ya hemos hablado de su historia, pero hoy en día también sigue vigente. En la historia más reciente, los gobiernos de derechas han promovido el nacionalismo, desde Estados fascistas como la Alemania nazi y la Italia de Mussolini hasta la China comunista. Y, por supuesto, es también un ingrediente importante en los actuales gobiernos de Hungría, Eslovenia, Polonia, Brasil y el Partido Republicano en Estados Unidos.
No resulta sorprendente que algunos de esos ejemplos también coincidan con ejemplos de populismo en la actualidad. Sin embargo, históricamente la relación del populismo con la política de derechas no ha sido tan estrecha; los gobiernos de Franklin Roosevelt en Estados Unidos o Hugo Chávez en Venezuela son dos ejemplos de populistas del otro lado del espectro político.¿Qué significa el nacional-populismo?
Muchos de los ejemplos que hemos ofrecido podrían calificarse de "nacional-populismo", que es otro término para referirse al populismo de derechas. Es una ideología política que combina la política de derechas y las tendencias populistas. Los gobiernos actuales de Hungría, Polonia y Eslovenia, y los partidos políticos de la Liga en Italia, la Agrupación Nacional de Francia y el Partido por la Libertad en Países Bajos son ejemplos de movimientos políticos basados en el nacional-populismo.
El auge y la fuerza de estos partidos se debe a múltiples factores que pueden variar de un país a otro. Pero, a grandes rasgos, la ansiedad económica surgida tras la recesión de 2008-2009, la afluencia de migrantes debido a las guerras y hambruna en Oriente Medio y el Norte de África, y la ayuda económica de Rusia se consideran motores del populismo nacional en toda la UE.
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Ebook: Es hora de tener respuestas sobre los populistas autoritarios
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