Este año, por primera vez en su historia, la marcha por la igualdad del Orgullo Báltico (Baltic Pride) no ha tenido el aspecto de una zona de guerra. Las sonrisas y saludos de los transeúntes, la música, el buen humor generalizado y las personas que se unían espontáneamente al defile ayudaban a crear la impresión de que la ciudad se encontraba en plenas fiestas de verano, todo lo cual, al mismo tiempo, ayudó a que el pequeño grupo de personas que manifestaban su oposición al evento se sintieran muy, muy incómodas.
El público responde al odio con solidaridad
¿Por qué este cambio? Hay que recordar que los participantes del primer Orgullo Báltico en 2010 tuvieron que acudir en autobuses escoltados y que la marcha se llevó a cabo bajo una fuerte protección policial, en un área vallada, alejada del centro de la ciudad y asediada por furiosos opositores.
Los participantes en aquel entonces no fueron recibidos con sonrisas sino con bombas de humo, maldiciones y una cruz plantada directamente en la tierra. En 2013, después de largas batallas legales con las autoridades municipales, el Orgullo Báltico pudo finalmente celebrarse en la calle principal de la capital lituana, pero en medio de un estado de ánimo que estaba entonces lejos de ser alegre.
El evento no transcurrió sin incidentes: un parlamentario atacó la marcha y tuvo que ser sacado a rastras por la policía.
El cambio de actitud es probablemente el resultado de la ola de solidaridad con la comunidad LGBTI que se ha levantado tras el ataque de Orlando. Las noticias de los medios lituanos sobre la tragedia recibieron comentarios anónimos tan llenos de malevolencia, de alegría retorcida y de odio que incluso aquellos que hasta el momento no habían prestado mucha atención a los problemas que afectan a la comunidad LGTBI no podían permitirse permanecer indiferentes.
Periodistas famosos, políticos y otras figuras públicas expresaron su simpatía y solidaridad con los amigos y familiares de los fallecidos, condenaron los comentarios de odio e hicieron un llamamiento a unirse al festival del Orgullo Báltico.
"Gracias por su silencio"
El ministerio de Asuntos Exteriores y al menos 12 embajadores extranjeros expresaron su apoyo al evento, y muchos diplomáticos extranjeros, políticos lituanos y dos ministros suecos participaron en la marcha del sábado.
Hay que decir no obstante que los altos cargos del país curiosamente brillaron por su ausencia en el evento. El propio alcalde de Vilnius envió sus salutaciones a través de un vídeo pregrabado.
Esto sin embargo no hizo mella en el buen ánimo de los asistentes. La comunidad LGBTI de Lituania, acostumbrada a recibir comentarios insensibles de todas las partes –incluyendo, en ocasiones, de las autoridades– escribió en una pancarta su agradecimiento al presidente "Por su silencio, a falta de otra cosa".
Los participantes también presentaron sus respetos a las víctimas del horrible crimen de odio de Orlando, tumbándose en la calzada para participar de la acción solidaria "Todos somos Orlando".
El amor y las oraciones no bastan
Stuart Milk, presidente de la fundación Harvey Milk, se conmovió al hablar de la tragedia en su presentación de la conferencia que tuvo lugar la víspera del Orgullo Báltico.
"Estoy agotado, estoy dolorido y un gran pedazo de mi corazón está roto", dijo Stuart, recordando a sus amigos y compañeros caídos. "Nuestro amor y nuestras oraciones no son suficientes. El odio y la separación siguen trayendo demasiado dolor, demasiadas vidas robadas en todo el mundo".
Tras ese emotivo discurso, que hizo aflorar las lágrimas de muchos de los asistentes, la vicepresidenta del Parlamento Europeo y presidenta del intergrupo sobre derechos LGBT Ulrike Lunacek, de Austria, planteó una pregunta retórica muy simple: esas personas que tan obstinadamente se niegan a aceptar a la comunidad LGBTI, ¿serán capaces de aferrarse a su homofobia después de escuchar las palabras de Stuart?
"¿Seguirán siendo capaces de hablar de nosotros con odio, seguirán dejándose llevar a ejercer la violencia contra nosotros o contra cualquier otra minoría discriminada?"
Después de mostrar sus respetos a las víctimas del ataque, los participantes abordaron la evolución de la situación legal de las parejas del mismo sexo en diferentes partes del mundo, como Sudáfrica, Estados Unidos y los países miembros del Consejo de Europa, y debatieron las posibilidades de una legislación análoga en Lituania.
No se podía dejar de hablar, por supuesto, de los intentos que están haciendo los legisladores lituanos de restringir aún más los derechos LGBTI, privando a las familias LGBTI de protección constitucional. Los asistentes fueron invitados a firmar una petición en contra de esta iniciativa, que probablemente será votada en el Parlamento lituano la semana próxima.