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¿Qué significa el populismo?
El término populismo se remonta a la palabra latina "populus", que significa "el pueblo". En la actualidad, se entiende por populismo un estilo determinado de hacer política. Sin embargo, no existe una definición precisa o uniforme. Por el contrario, el término se considera impreciso y con una fuerte carga de valores, pues a menudo se utiliza en debates públicos como una especie de "argumento asesino" para tratar de desautorizar las opiniones contrarias.
Al igual que no existe una definición única del término, tampoco existe un populismo "unificado". Lo utilizan distintas corrientes políticas, ya sean de izquierdas o de derechas, y puede estar cargado de otras ideologías adicionales. En el caso del populismo de derechas: de nacionalismo radical y xenofobia.
El populismo emerge frecuentemente en fases de gran cambio o agitación. En Alemania, un buen ejemplo es el ascenso de movimientos y partidos populistas como Alternative für Deutschland (AfD) tras la llegada de muchas personas que huían de la guerra en 2015.
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¿Cuáles son las características del populismo?
Aunque no existe una única definición de populismo, se le pueden atribuir una serie de características.
Los populistas hablan del "pueblo". Sin embargo, consideran a la población como una unidad en el sentido de que no hay diferencias dentro de la sociedad. Para los populistas, solo hay un pueblo y, por ende, una única opinión. Puesto que, en su opinión, son los únicos que conocen y comprenden esta opinión, también son los únicos que pueden defender las necesidades del pueblo.
El pueblo se sitúa entonces en oposición a "los otros", a menudo a "los de arriba". El gobierno y los medios de comunicación se perciben como corruptos o alejados del pueblo, con quien han perdido toda conexión.
Los populistas también fomentan el miedo y la inseguridad a partir de relatos negativos. Advierten de los supuestos peligros por parte de determinados grupos de población, ya sean minorías étnicas, feministas, personas LBTBIQ o migrantes.
Alegan que sectores, como los partidos políticos y los activistas de derechos humanos, son antipatriotas y suponen un peligro para la cultura nacional.
Las cuestiones sociales complejas se simplifican al máximo y, a menudo, se cargan de emocionalidad. El objetivo de esta simplificación es generar la impresión de que los populistas están mejor preparados para resolver los problemas que sus competidores o "la élite".
Otra característica del populismo es que cuenta siempre con uno o varios líderes carismáticos cuyo propósito es imponer la voluntad del "pueblo" contra todos los obstáculos y protegerlo de los supuestos peligros que amenazan su modo de vida tradicional.
Ejemplos de populismo: ¿Cómo se manifiesta en el siglo XXI?
Aunque el populismo surgió en Europa a mediados del siglo XIX, no adquirió verdadera importancia política hasta el siglo XXI. Hoy en día existen partidos populistas en los 27 Estados miembros de la UE. Y aunque no en todas partes cosechan el mismo éxito, desempeñan un papel importante en muchos parlamentos nacionales, así como en el Parlamento Europeo.
En Alemania, la tendencia populista vuelve a disminuir. Según el Barómetro del Populismo 2020 de la Fundación Bertelsmann, en 2018 uno de cada tres votantes mostraba actitudes populistas, pero en 2020 solo lo hacía uno de cada cinco. Sin embargo, no hay que subestimar que los populistas se están radicalizando, especialmente en la franja de la derecha.
Ejemplo 1: El partido alemán Alternative für Deutschland
En Alemania, el ejemplo de Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania; AfD, por sus siglas en alemán) refleja la radicalización de los partidos populistas.
Cuando se fundó AfD en 2013, todavía se consideraba fundamentalmente un partido nacionalista y liberal en lo económico que a veces utilizaba una retórica populista de derechas. Se centró en un programa contra el euro, que, alimentado por la crisis europea del euro en ese momento cosechóvlos primeros éxitos del partido.
Con el tiempo, el partido dio un claro giro a la derecha y fortaleció el ala nacional-conservadora en sus filas. En el contexto del debate sobre los refugiados en 2015, cambió su objetivo hacia el tema de la migración: comenzó a promover actitudes y contra los refugiados y acusó al gobierno de actuar contra su propio pueblo.
Una y otra vez, AfD hizo declaraciones deliberadamente provocativas (por ejemplo, la líder del partido en ese momento, Frauke Petry, dijo que si era necesario, había que disparar a los refugiados en la frontera), para luego retractarse y denunciar la supuesta falta de libertad de expresión y hacer el papel de víctima.
De hecho, el partido se ha derechizado hasta tal punto que está siendo vigilado por la agencia federal de inteligencia interna de Alemania, la Bundesamt für Verfassungsschutz.
Ejemplo 2: El referéndum del Brexit en 2016
En 2015, David Cameron, entonces primer ministro de Reino Unido y miembro del Partido Conservador, prometió que si su partido ganaba las elecciones a la Cámara de los Comunes, renegociaría el papel del país en la Unión Europea y sometería después a los ciudadanos británicos a una votación para decidir si querían permanecer en la misma.
Lo que siguió fue una campaña de referéndum marcada por el populismo. El Partido de la Independencia del Reino Unido, cuyo objetivo era abandonar la UE, logró explotar los temores y crear un sentimiento contra la inmigración y "Bruselas" (el "establishment", es decir, la élite dirigente). No se debatieron las ventajas e inconvenientes de la pertenencia a la UE. En su lugar, se planteaba que las élites de la UE tomaban las decisiones por los gobiernos nacionales y que luego exigían su cumplimiento.
La campaña electoral estuvo muy cargada de emociones. Cuestiones complejas como los procesos de toma de decisiones dentro de la UE y las cuotas de afiliación se simplificaron al máximo. Por ejemplo, la campaña del "Leave" utilizó un autobús de campaña en el que se afirmaba que los 350 millones de libras esterlinas que se envían a Bruselas cada semana deberían gastarse más bien en el Servicio Nacional de Salud, obviando por completo el hecho de que Gran Bretaña no solo aportaba dinero a la UE, también recibía una gran cantidad de dinero en forma de subvenciones.
Al final, la campaña populista del "Leave" tuvo éxito, aunque por un margen estrecho, y los británicos votaron abandonar la UE.
Ejemplo 3: Hungría y el Fidesz
Con el Fidesz de Hungría, un partido populista de derechas ha llegado al poder en la Unión Europea. Su ejemplo demuestra claramente lo mucho que puede cambiar un Estado bajo el gobierno de los populistas.
La política del primer ministro Viktor Orbán y su partido Fidesz se caracteriza por una marcada actitud antielitista, ya sea contra la Unión Europea, Occidente en general o incluso los medios de comunicación independientes. Orbán es un líder carismático que consigue movilizar a sus seguidores. En sus campañas, no solo fomenta el rechazo a la UE, sino también la xenofobia y el miedo a la inmigración. Descalifica a las organizaciones de la sociedad civil tildándolas de "agentes extranjeras" que, junto con "las élites", intentan supuestamente convertir a Hungría en un país de inmigrantes y con ello amenazar su identidad nacional.
Al mismo tiempo, Orbán reestructuró el Estado para dificultar que la oposición pudiera contrarrestar las políticas populistas. Debilitó los medios independientes y colocó a simpatizantes del partido en puestos importantes en los principales medios de comunicación.
Poco a poco, ha ido socavando los principios democráticos básicos, dejando a la democracia húngara en una situación crítica.
¿Por qué la democracia es incompatible con el populismo?
Si bien el populismo moderado no tiene por qué ser automáticamente antidemocrático, el populismo extremo y el populismo de derechas son incompatibles con los valores de una democracia liberal.
Uno de los atributos fundamentales de la democracia liberal es el pluralismo, es decir, en una sociedad democrática deben poder convivir en igualdad de condiciones muchas formas de vida, opiniones, intereses y objetivos, que exista respeto por los demás y que la gente reconozca la diversidad de la sociedad. Este principio se aplica también a la política, porque todo el mundo tiene derecho a que su opinión sea escuchada y considerada por la clase política.
Los populistas, sin embargo, no aprecian ese pluralismo, perciben al pueblo como una masa homogénea. Solo se admiten determinadas posturas y actitudes políticas. En los casos más extremos, las opiniones discrepantes se consideran incluso una traición.
En Alemania, prevalece principalmente el populismo del espectro de la derecha, que utiliza términos como "Volk" (pueblo) y "Nation" (nación) para excluir a las minorías sociales.
La "emocionalización" de los problemas se refleja también en la forma de debatir de los populistas, a menudo utilizan insultos, así como "hechos alternativos", basados fundamentalmente en sentimientos y opiniones personales en lugar de en hallazgos científicos. El objetivo en una democracia es llegar a un compromiso basado en los hechos. Pero si una facción opuesta no está dispuesta a llegar a ese acuerdo, resulta casi imposible.
¿Cómo amenaza el populismo al Estado de derecho?
Mediante la distinción entre "nosotros" y "ellos", los populistas alimentan la desconfianza en las organizaciones democráticas. Por ejemplo, transmiten a sus seguidores que las elecciones no son fiables o que el gobierno y las élites actúan en contra de la voluntad del pueblo. A pesar de que la crítica a las decisiones del gobierno es deseable en una democracia que funciona, estas narrativas a veces van más allá y ponen en peligro el proceso democrático en su conjunto.
Países como Polonia y Hungría son un ejemplo de cómo los gobiernos populistas subvierten el Estado de derecho. En Polonia, por ejemplo, se ha enviado a la jubilación anticipada a jueces "incómodos" para que puedan ser sustituidos por aquellos que apoyen las posiciones del gobierno. Todo ello para consolidar el poder y hacer valer sus leyes, incluso en contra de las objeciones de los tribunales constitucionales.
¿Cómo debe tratarse el populismo? ¿Cuáles son las posibles soluciones?
No existe una "solución única" para el populismo. Algunos de los remedios que se emplean pueden incluso tener consecuencias negativas. Por ejemplo, los partidos moderados intentan alejar a los votantes de los partidos populistas acercándose a ellos en cuestiones concretas. Sin embargo, esto puede salir mal. Por un lado, los votantes en estas situaciones tienden a quedarse con el "original", es decir, con los populistas. Por otro lado, puede llevar a que las opiniones más extremas se normalicen y ocupen un lugar importante en el debate social.
Sin embargo, existen una serie de estrategias que pueden utilizarse para debilitar a los populistas.
Para empezar, es importante no ignorar a los partidos populistas, pues lo pueden aprovechar para arrogarse un papel de víctimas, lo que a su vez confirmaría aún más su posición de " ajenos a la élite ". En su lugar, se debe intentar generar un debate de fondo que demuestre que los populistas hablan mucho de los problemas, pero nunca ofrecen soluciones adecuadas.
Una mayor transparencia también puede ser una posible solución. Proporciona a la ciudadanía la oportunidad de ver y comprender cómo actúa un gobierno y por qué se toman determinadas decisiones. Y por último, pero no por ello menos importante, el diálogo entre el electorado y las personas electas es esencial.
Créditos de imagen:
Tib Tib / Segio Foo biker / Internetredactie Ad - Flickr
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