Tras la tragedia de Lampedusa en octubre de 2013, cuando dos barcos se hundieron frente a la costa de la isla italiana dejando más de 600 muertos, la Armada italiana lanzó la operación Mare Nostrum, en la que participaron 900 militares, buques, helicópteros, aviones y submarinos. Un año más tarde, tras haber rescatado a más de 100.000 personas, la operación fue suspendida. El gobierno italiano criticó la falta de solidaridad de otros Estados miembros de la UE y el coste de la operación (más de 9 millones de euros al mes).
Después de Mare Nostrum vino la operación Triton, de la agencia europea de fronteras Frontex. Sin embargo, a diferencia de su predecesora, el objetivo principal de Triton era el control fronterizo, no salvar vidas. Además, la mano de obra, el alcance de sus operaciones y los recursos económicos y materiales asignados eran considerablemente inferiores. A pesar de que más adelante se triplicó el presupuesto de Triton y se amplió su alcance, su principal objetivo siempre fue el control de las fronteras.
Cuando se intensificó la crisis humanitaria, la UE puso en marcha la operación Sofía y, más tarde, cuando aumentó el número de migrantes procedentes de Turquía, Frontex puso en marcha la operación Poseidón. Sin embargo, estaban centrados en la lucha contra las redes de traficantes de personas y, de manera más general, en la aplicación de la ley marítima, en lugar de en la búsqueda y el rescate de personas. La UE comenzó entonces a formar y equipar a la Marina y a la Guardia Costera de Libia, que están siendo investigadas por el Tribunal Penal Internacional por maltrato contra los migrantes. La semana pasada, interceptaron a 315 migrantes que intentaban cruzar el Mediterráneo y los enviaron a centros de detención, donde corren el riesgo de ser torturados, extorsionados, sometidos a trabajos forzados, violación y muerte. Si quieres leer más sobre la situación en Libia aquí.
Las ONG llenan un vacío
Al finalizar la operación Mare Nostrum nació Migrant Offshore Aid Station (MOAS), una ONG fundada por una pareja adinerada, Chris y Regina Catrambone, que compraron un barco pesquero, el Phoenix, para llevar a cabo sus propias misiones de rescate.
Otras ONG más grandes siguieron el ejemplo. Médicos Sin Fronteras (MSF), Sea-Watch, SOS-Méditerranée, Sea-Eye, Save the Children, Jugend Rettet, Pro-Active Open Arms, Mission Lifeline y otras, cada una compró barcos y comenzaron a navegar frente a las costas de Libia, en el Mar Egeo y otras partes del Mediterráneo. Según MSF, solo en 2016, las ONG humanitarias rescataron a 46.806 hombres, mujeres y niños, un 26% de los rescates en el Mediterráneo, seguidos por la Armada italiana y la Guardia Costera italiana, que realizaron el 21% y 20% respectivamente.
La criminalización de las operaciones de rescate marítimas
Sin embargo, estas operaciones de rescate no duraron mucho tiempo. En su Informe Anual de Análisis de Riesgos de 2017, Frontex acusó a las ONG de actuar como "factor de atracción" para migrantes y refugiados y de ayudar indirectamente a las redes de traficantes. Las ONG, a las que calificaron de "taxis de migrantes", se vieron sometidas a una intensa presión política. Esto generó un cambio en la opinión pública y los donantes se volvieron escasos, lo que obligó a muchas organizaciones a tener que detener sus operaciones debido a las limitaciones económicas. Los políticos del partido político populista italiano Movimiento 5 Estrellas acusaron a las ONG, sin ninguna prueba, de cooperar con redes criminales.
Las autoridades italianas incautaron barcos de rescate de migrantes, como el Iuventa, de la ONG alemana Jugend Rettet, y el Open Arms, de la ONG española Proactiva Open Arms. Los miembros del personal están siendo investigados. Muchos activistas que trabajaron como voluntarios en misiones de búsqueda y rescate, como Sarah Mardini, una heroína entre los activistas de derechos humanos, fueron detenidos y se enfrentan a acusaciones infundadas.
El nuevo gobierno italiano impidió que barcos de rescate como el Lifeline e incluso su propio barco de guardacostas, el, Diciotti atracaran en sus puertos. El barco de rescate Aquarius, de las organizaciones humanitarias MSF y SOS Mediterranée, fue el último en salvar vidas en el Mediterráneo Central. Su bandera fue retirada por Panamá en septiembre, tras "una flagrante presión económica y política del gobierno italiano", según informa MSF. En agosto, al Aquarius ya se le había denegado el derecho a atracar en Marsella después de que Gibraltar le retiró la bandera.
El 5 de octubre, 22 personas asaltaron la sede de SOS Méditerranée en Marsella. Y mientras se acosa a las ONG y se detiene a los activistas de derechos humanos, las políticas de la UE conducen a un aumento de las personas detenidas en los centros de Libia y al aumento de las tasas de mortalidad. La semana pasada, 17 personas aparecieron muertas frente a las costas españolas, lo que eleva el número de muertos a más de 2.000 en 2018. La tasa de mortalidad en las travesías del Mediterráneo ha aumentado sustancialmente este año. Mientras que en 2017 hubo una muerte por cada 42 llegadas, en septiembre de 2018, aumentó a una muerte por cada 8 llegadas, según informa ACNUR.
En lugar de difamar a quienes salvan vidas, Europa debería apoyarles. Los barcos de rescate deben ser liberados, los cargos contra las personas que se han dedicado al rescate deben anularse y se deben crear vías de acceso seguras y legales para los migrantes.
El futuro de los barcos de rescate de las ONG parece sombrío e incierto. Lo que es seguro es que los migrantes seguirán intentando cruzar el mar para escapar de los conflictos y de la persecución.
¡Apoya a Mission Lifeline y Sea-Eye para salvar vidas!
Para terminar con una nota positiva: dos ONG alemanas están planeando nuevas operaciones de búsqueda y rescate y cualquier persona puede participar. En primer lugar, la organización Mission Lifeline ha lanzado una campaña llamada The Real Civil Fleet, en la que buscan a dueños de yates que los ofrezcan, buscan una tripulación adecuada y convierten los yates en minirremolques de rescate. Si no tienes un yate y no embarcarte en una misión en el Mediterráneo, también puedes participar ayudándoles a comprar equipo: ¡Dona aquí!
Y si no te gusta esta campaña, o no te gusta el nombre Mission Lifeline, hay una segunda organización a la que puedes apoyar. La asociación Sea-Eye está recaudando fondos para lanzar una nueva misión y puedes colaborar también: ¡Dona aquí!