El uso de perfiles étnicos por parte de la policía es discriminatorio, estigmatiza a los colectivos minoritarios, mina la confianza de éstos hacia la policía y es totalmente ineficaz en la prevención del delito. Esta práctica ha recibido mucha atención de diversos organismos europeos e internacionales de protección de derechos humanos. El más reciente informe lo acaba de hacer público el Relator especial sobre racismo de Naciones Unidas. El Sr. Ruteere va más allá de la mera constatación de que estas prácticas existen, son ilegales y deberían ser erradicadas; también ofrece una hoja de ruta a los Estados, con una enumeración muy minuciosa de medidas que deben ser adoptadas, dando incluso ejemplos prácticos de departamentos de policía que han puesto en marcha estas buenas prácticas.
Resumimos a continuación cuáles son estas medidas, pues pueden servir de guía para la reforma policial en los Estados europeos a fin de que la institución sea menos discriminatoria, más eficaz, justa y respetuosa con los derechos humanos de todas las personas.
Dotar a la policía de normas e instrucciones claras
La normativa en materia de actuaciones policiales debe ser “clara e inequívoca” a la hora de prohibir que los agentes usen perfiles étnicos. También se les debe instar a aplicar criterios objetivos –delimitando cuáles- de “sospecha razonable” como requisito previo para proceder a controlar a una persona.
Establecer mecanismos independientes de investigación y supervisión
El Relator considera que una buena forma de prevenir el uso de perfiles étnicos y de establecer un recurso debido a las víctimas de estas prácticas es el establecimiento de mecanismos independientes de supervisión de las actuaciones policiales, con competencias para recibir e investigar quejas así como de realizar recomendaciones vinculantes. Se trata de una medida que serviría no sólo para erradicar las prácticas discriminatorias, sino otras graves violaciones de derechos humanos (no en vano, también lo han recomendado varios organismos que velan por la erradicación de la tortura).
Mejora en la formación
La formación a la policía debería abordar específicamente esta cuestión, ofreciendo herramientas útiles a los agentes para aplicar criterios objetivos de sospecha razonable en lugar de estereotipos basados en la etnia. No basta con una formación teórica y genérica; en palabras del Relator “la capacitación práctica […] suele ser más eficaz que la capacitación general sobre diversidad”.
Acercar la institución policial a la ciudadanía
Deben crearse mecanismos de acercamiento y diálogo de la policía con la sociedad, sobre todo con aquellos colectivos que, por sus características diversas, están sobre-expuestos a un control policial. Sólo de este modo se podrá generar una mayor empatía de la policía con los distintos colectivos y mejorar la confianza de éstos con la institución.
Documentar las actuaciones policiales
En la mayoría de los Estados europeos. cuando un policía identifica o cachea a una persona, ya sea por participar en una manifestación o por tener un color de piel que le pueda parecer sospechoso al agente de turno, esa actuación queda en una especie de limbo: no se dispone de ninguna prueba de esta actuación, por lo que difícilmente se puede interponer una queja en caso de estar descontento con el trato dispensado o de considerase víctima de un acto ilegal o discriminatorio. Esto podría solucionarse con una medida muy sencilla: la introducción de formularios de identificación que además, bien diseñados e implementados, también sirven para medir y prevenir el sesgo discriminatorio y la eficacia de las actuaciones policiales. Al registrar tanto el resultado como las características de la persona objeto de las actuaciones policiales, se puede tener una imagen clara acerca de (i) la posible desproporcionalidad en lo que respecta a las minorías; y (ii) la efectividad de las identificaciones o cacheos, desmontando así el falso mito que muchos agentes tienen acerca de una mayor propensión de las minorías a cometer delitos.