Hace dos semanas, el mundo se tambaleó ante dos días de violencia brutal en París.
Inicialmente, los líderes políticos en Gran Bretaña respondieron con promesas fervientes de mantener la libertad de expresión y la democracia frente a la violencia y la tiranía arbitrarias. Poco después del ataque a Charlie Hebdo, David Cameron declaró ante los diputados: "Esta gente nunca podrá hacernos renunciar a esos valores."
Desgraciadamente, en los siguientes días se ha producido un previsible coro de voces solicitando más poderes para nuestros espías: el jefe del MI5, Andrew Parker, el presidente del Comité de Información y Seguridad, Malcolm Rifkind y ahora el propio Primer Ministro. En esta época preelectoral, el "Snoopers’ Charter" parece que está de nuevo con fuerza en la agenda.
Tras un ataque tan brutal es fácil menospreciar o eliminar la preocupación por el fisgoneo del Estado contra miembros inocentes de la sociedad: "este rollo de las libertades públicas", como dijo el alcalde de Londres, Boris Johnson.
Pero, yendo más allá de los titulares histéricos, de las hipérboles y la retórica, ¿nos dará más seguridad otorgar más poderes a nuestros espías? ¿Hay algo en los ataques de París que sugiera la necesidad urgente de aumentar todavía más la vigilancia generalizada?
Nada en los ataques de París apunta a la necesidad de más poderes de vigilancia exhaustiva: Como a los asesinos del soldado Lee Rigby, las autoridades conocían a los atacantes de París desde hace años. Tener información secreta de toda la población de Francia no serviría para nada
Los servicios de seguridad del RU ya poseen poderes amplios: Desde 2009, el gobierno ha establecido para los proveedores de servicios del RU la obligación de guardar durante 12 meses los datos de comunicación (a quién llamamos por teléfono, enviamos textos o correos electrónicos y muchas otras cosas) por medio de un régimen exhaustivo. El año pasado, la DRIP Act [Ley de Retención de Datos y Poderes de Investigación] confirmó este poder: y reclamó otros nuevos poderes asombrosos que intentan solicitar la intercepción a las empresas en el exterior del RU. Mientras tanto, después de Snowden, las agencies siguen recibiendo e interceptando millones de correos electrónicos, mensajes y conversaciones en las páginas web que entran y salen del país cada día. La Counter-Terrorism and Security Bill [Ley de Seguridad Contra el Terrorismo] extiende todavía más los poderes de vigilancia, incluyendo un nuevo poder de interceptar nuestro correo postal sin orden judicial.
Pero la vigilancia masiva no funciona: Hubo peticiones similares igual de cínicas para resucitar la Snoopers’ Charter después del asesinato de Lee Rigby en 2013. Pero, no habría evitado su muerte. De hecho, el comité interpartidista que investigó la gestión de la vigilancia de sus asesinos e informó en noviembre, denunció fallos internos importantes en la forma en que las agencias investigan las pistas y priorizan a los sospechosos. Descubrió que ambos hombres llevaban años siendo conocidos de las agencias, uno de ellos incluso había estado considerado un sospechoso prioritario: pero problemas de base, como retrasos, mala comunicación y mal mantenimiento de los datos, impidieron que se realizara a tiempo la vigilancia de intromisión específica de los sospechosos. La Snoopers’ Charter crearía, de forma perversa, una pila todavía mayor de datos en la que las agencias tendrían que rebuscar: haría la priorización de los sospechosos todavía más difícil.
Vigilancia específica y proporcionada: La vigilancia no es mala por sí misma. La tarea crucial del gobierno y las agencias de seguridad es proteger la vida por medio del seguimiento específico y eficaz. Pero la Snoopers’ Charter no sería ni específica ni eficaz. En lugar de posicionamientos políticos sobre nuevos poderes que debilitarían todas nuestras libertades, necesitamos que las agencias se centren en la mejora de sus sistemas internos de priorización. Invadir la privacidad de sospechosos de terrorismo está justificado. Invadir la privacidad de cada uno de los habitantes del RU no lo está.
La Snoopers’ Charter sacrificaría nuestra privacidad y nuestra libertad de expresión – sin darnos más seguridad: Nos convertiría a todos en sospechosos, malgastando recursos inmensos en el seguimiento de la actividad de cada hombre, mujer y niño del país. Nos haría menos libres a todos, pero no más seguros – un canje bastante malo.
Al enfrentarse a una ideología perversa que promueve la violencia, la represión de las mujeres y la tiranía, esperaríamos que nuestros líderes políticos promocionaran activamente valores democráticos, como los derechos humanos. En lugar de ello, al recurrir a la reacción visceral y a las propuestas para lograr titulares de prensa, el Primer Ministro está haciéndoles el juego a los terroristas: permitiendo que modelen nuestras leyes y erosionen esos mismos principios.