Los guardias fueron detenidos el 17 de octubre y ahora se encuentran bajo arresto domiciliario. La investigación ha identificado hasta ahora a cinco víctimas, todas ellas encarceladas por delitos sexuales, concretamente por abuso infantil.
Violencia brutal
Según las denuncias, los guardias amenazaron de muerte a los presos y les incitaron a que se suicidaran. También se ha denunciado que los guardias agreden a los presos de forma rutinaria cuando llegan a la cárcel. Un preso declaró que tras haber sido golpeado por los guardias, le dejaron en su celda sin colchón, por lo que tuvo que dormir sobre el somier metálico, y que le privaron asimismo de su tiempo de salir al aire fresco y de atención médica.
A otro preso le sacaron de su celda por la noche, le llevaron a otra planta y le golpearon. Cuando intentó levantarse, dice que los agentes le dieron una patada en las piernas y le empujaron contra la pared.
Los reclusos tiene miedo de denunciar incidentes
Según las denuncias de los presos, los guardias usan guantes y apuntan a puntos blandos como el abdomen cuando les agreden, para no dejar moratones. Asimismo tuvieron cuidado de mantenerse alejados de las cámaras de vigilancia y la violencia casi siempre tenía lugar dentro de las celdas, en las escaleras y en los pasillos entre las alas.
A pesar de que los episodios de tortura duraron más de un año, los presos apenas acudieron al médico de la cárcel para recibir tratamiento médico y, si iban, justificaban los signos de violencia con caídas falsas.
Confesiones a la Garante de los derechos de los presos
Las investigaciones, realizadas por los fiscales Paolo Borgna, Enrica Gabetta y Francesco Saverio Pelosi, se iniciaron gracias a un informe de Mónica Gallo, Garante de los derechos de los presos de Turín, que tuvo conocimiento de varios episodios de este tipo al hablar con los presos y procedió a denunciarlo inmediatamente.
Guardias acusados de tortura
Los guardias están acusados de tortura. En concreto, de violar el artículo 613 bis del Código Penal, que "castiga con pena prisión de 4 a 10 años a toda persona que, con violencia o amenazas graves o actuando con crueldad, cause un sufrimiento físico agudo o un trauma psicológico comprobable a una persona privada de libertad personal".
El delito de tortura se introdujo en la legislación italiana en julio de 2017, mucho después de las sentencias dictadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra Italia. La ley, sin embargo, ha recibido muchas críticas por su falta de valentía. Se han criticado especialmente tres aspectos de la misma: la disposición de la diversidad de la conducta violenta, la referencia a la verificabilidad del trauma psíquico y los períodos de prescripción ordinarios.
No es un caso aislado
Lamentablemente, el episodio de la cárcel de Turín no es un caso aislado. Recientemente, la situación en las cárceles italianas se ha ido deteriorando progresivamente y la violencia es generalizada.
La política y el debate público también han contribuido a envenenar el ambiente. Tras la detención de los seis agentes de la policía penitenciaria, por ejemplo, el ex ministro del Interior, Matteo Salvini, declaró: "Un Estado cívico castiga los errores, pero que la palabra de un preso provoque la detención de un policía me enfurece terriblemente. Así que, expreso mi solidaridad con esos seis hombres de familia."