Como ya hemos indicado, la mayoría de las personas están de acuerdo en que tenemos una obligación moral general de obedecer las leyes. Sin embargo, hay filósofos, los llamados anarquistas filosóficos, que se preguntan si tal obligación existe.
Autonomía
La versión más conocida del anarquismo filosófico es la siguiente. Nuestra primera obligación moral y la más importante como seres humanos es ser autónomos. La autonomía es un rechazo a ser gobernados, es tener la capacidad de elegir, tener libertad, y ejercerla. La obligación de actuar como un ser autónomo anula la posibilidad de adquirir una obligación política genuina. Si reconocemos la autoridad, permitiremos que otros nos gobiernen y violaremos nuestra obligación fundamental de actuar de manera autónoma.
Esto se conoce como anarquismo a priori. Los anarquistas a priori no dicen que hacer lo que te exige la ley sea una mala idea. Reconocen que puedes tener muy buenas razones para obedecerla, y algunas pueden incluso ser éticas. Por ejemplo, quizá pienses que la redistribución de las rentas en tu Estado es suficientemente justa y que lo correcto en esta situación es pagar la cantidad de impuestos que te exige la ley. O puede ser que consideres que la redistribución no es lo suficientemente justa, pero a fin de cuentas, lo correcto es pagar, ya que si no te meterían en la cárcel por evasión de impuestos, y tu familia podría pasarlo mal. Esto está bien según los anarquistas filosóficos a priori. Lo que dicen es que no debemos obedecer las leyes solo por el hecho de que son las leyes, que solo por que sea ley no es una razón adicional para obedecerla. Debemos obedecer las leyes cuando consideramos que es lo correcto.
La mayoría de los filósofos no consideran que esta teoría sea especialmente atractiva. No está claro, por ejemplo, cómo se pueden mantener promesas o contratos si la autonomía es tu primera y principal obligación. ¿Debemos realmente abstenernos de prometer que apareceremos en nuestro lugar de trabajo todos los días a las 9 de la mañana, o traer a nuestros hijos, o amar a alguien hasta que la muerte nos separe solo porque tal acto podría suponer una restricción a nuestra autonomía?
Algo falla en la pregunta
No todos los anarquistas filosóficos comparten la misma opinión. En lugar de comprometerse con una visión extraña de la autonomía, los anarquistas a posteriori señalan que hasta ahora nadie ha logrado presentar una teoría convincente sobre la obligación política. Y si nadie, en los últimos dos mil quinientos años, ha sido lo suficientemente inteligente para responder la pregunta, probablemente algo falla en la propia pregunta. Las teorías de consentimiento no pueden mostrar que la mayoría de nosotros aceptamos las leyes. La gratitud, la justicia y las teorías asociativas no pueden proporcionarnos obligaciones suficientemente fuertes como para servir de base para la obediencia general. Las teorías del deber natural no pueden vincular obligatoriamente a los ciudadanos con su Estado. Por ello, los anarquistas a posteriori sostienen que hay una muy buena razón para pensar que la mayoría de nosotros simplemente no tenemos la obligación general de obedecer las leyes, quizá con la excepción de aquellos ciudadanos naturalizados que hicieron un juramento de lealtad como parte del proceso de adquirir una nueva nacionalidad.
Por ende, no resulta difícil justificar a los denunciantes de irregularidades desde un punto de vista anarquista. Debes hacer lo correcto. Estas teorías sugieren que el hecho de que la ley sea la ley no necesariamente supone una razón adicional para obedecerla. Reconocen que en las democracias que funcionan bien, normalmente lo correcto es respetar la ley, por todo tipo de razones. Pero en alguna ocasión puede ser que saltarse una ley pueda suponer un beneficio público que sobrepase los motivos para obedecerla.
Fortalecer la protección a los denunciantes de irregularidades
En esta serie, hemos intentado ofrecerte unas cuantas teorías que explican por qué debemos obedecer la ley. No hemos querido convencerte para que apoyes ningún punto de vista en concreto. Quizás ni siquiera estamos de acuerdo entre nosotros aquí en la oficina de Liberties sobre cuál de las teorías es la más convincente. Pero todos estamos de acuerdo en que, como ciudadanos de Estados democráticos, deberían importarnos estos asuntos lo suficiente como para poder debatirlos. Reflexionamos profundamente sobre nuestros deberes y nuestros derechos, y nos formamos una opinión sobre por qué debemos hacer lo que hacemos.
En Liberties, estamos de acuerdo también en algo más. Es necesario fortalecer la protección de los denunciantes de irregularidades. Crear una ley adecuada requiere un equilibrio complejo: evitar que las personas se salten la ley cuando vean algo con lo que no están de acuerdo, pero proteger a aquellos que actúan al servicio del interés general cuando revelen información sobre irregularidades significativas, y no tengan más remedio que violar la ley para poder compartir esa información.