A principios de marzo, residentes de la ciudad búlgara de Belene se concentraron contra la acogida de una familia refugiada siria. Los refugiados llegaron a Belene invitados por el párroco católico de la ciudad, el Padre Paolo Cortese, que les ofreció alojamiento y ayuda para integrarse en al comunidad. La familia siria decidió irse de Belene, a causa de las actitudes negativas de otros, y el párroco fue llamado a abandonar Bulgaria dado que había empezado a recibir amenazas de muerte. "Bulgaria murió en Belene, la justicia murió en Belene", dijo el Padre Cortese antes de dejar el país.