Simona vivió en una institución en Rumania durante 34 años, allí sufrió mucho por las malas condiciones de vida y las restricciones innecesarias. Hace tres años, se mudó a una casa normal en la ciudad de Mihailesti.
Ahora tiene amigos, un trabajo, la capacidad de tomar sus propias decisiones sobre su vida... en una palabra: libertad.
Si la UE no actúa ahora para aplicar el artículo 19 de la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad, que establece el derecho de las personas con discapacidad a vivir una vida independiente y que se les incluya en la sociedad, la libertad de Simona y la de cientos de miles de otras personas con discapacidad permanecerá fuera de su alcance, es decir: seguirán recluidas en instituciones.