Un día durante el verano, al llegar a casa vi que mi novia se había dejado el portátil encendido. Ella confía en mí, y no se preocupa mucho por su privacidad. Lo deja conectado a muchas páginas web que usa de forma habitual: Facebook, Gmail, LinkedIn, la suscripción al New York Times, la cuenta de Amazon, la biblioteca local, la cuenta de Spotify y el perfil de su seguro médico. Parece que Oscar Wilde dijo "Puedo resistirlo todo salvo la tentación", y ¿cómo voy a llevarle la contraria a un tipo tan listo como él?
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Así que me metí a ver sus mensajes personales en Facebook y los correos de Gmail. Habla mucho de mí con sus amigos. Piensa que soy una persona maravillosa, pero le gustaría que yo dejara de cambiar de tema cada vez que ella habla del futuro. Vi los artículos que había leído en el The New York Times: muchos artículos serios sobre Trump, mujeres musulmanas en Europa, burquinis; y cotilleos sobre famosas, como el de una cantante que recuperó su figura tras el parto gracias al pilates y el yoga. Eché un vistazo a los libros que había sacado de la biblioteca: economía, estrategias de comunicación, cómo ser un buen mánager, embarazo y nutrición. Comprobé la música que había estado escuchando en Spotify, y esto me recordó lo diferentes que son nuestros gustos musicales: Drake, Mariah Carey, Kanye West, Fink, 2 Unlimited, y las Spice Girls. Miré el historial de su navegador de Internet. Pasa mucho tiempo en el portal de noticias de la BBC leyendo sobre el futuro de Europa, la crisis migratoria y el terrorismo. Y nombres para recién nacidos. Y luego busqué por si me había ocultado algún asunto médico. Vi que se había informado de si su seguro cubría servicios prenatales. Tenemos que hablar.
Un novio siniestro, ¿no? ¿Parezco un poco un acosador? La vigilancia masiva pone toda esta información y más (como tu localización a cualquier hora) en las manos de los servicios de seguridad. ¿Puedes oír el éxito de 1983 ‘Every breath you take' del grupo The Police (qué ironía) una y otra vez mientras los servicios de seguridad engullen tus datos? Pulsando un botón pueden saber que mi novia es ambiciosa, activista de derechos humanos de centro izquierda, con mal gusto musical y que está pensando en tener un hijo.
Ahora nuestros gobiernos nos dicen que no hay nada de lo que preocuparnos. Según las autoridades, los servicios de seguridad no están interesados en nuestros asuntos personales; solo les interesa encontrar delincuentes. Por ello, si no tenemos ningún delito que ocultar, no tenemos nada que temer. Los servicios de seguridad ignorarán cualquier posible asunto embarazoso.
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Mucha gente no entiende todo este embrollo. Un amigo me dijo: "Claro, la privacidad me parece importante porque me permite esconder cosas que prefiero mantener en secreto. No quiero que la gente conocida vea fotos privadas destinadas a mi pareja o que lea mis correos electrónicos. A veces hago bromas ofensivas; no las digo en serio, pero si se sacasen de contexto, me podría meter en un lío. Pero es el gobierno quien hace vigilancia masiva, no mis amigos o mi familia, así que me resulta fácil superar la vergüenza ya que no les conozco. Y puesto que la vigilancia masiva nos defiende de los terroristas, es un precio que merece la pena pagar. No hago nada ilegal, así que no me importa que las autoridades me vigilen".
Las autoridades son inteligentes. Su argumento de 'nada que ocultar, nada que temer' logra dos cosas. La primera, reduce el valor de la privacidad, al convertirla en algo que es útil para los individuos, pero no para la sociedad en su conjunto. La segunda, hace que la privacidad parezca algo malo, como si su única finalidad fuera permitir mentir y salirse con la suya, y esconder secretos vergonzosos. De esta forma se disuade a la gente que afirma que la privacidad es importante. Si las autoridades no están interesadas en tu colección de porno o en los correos electrónicos enviados a tu psicóloga, entonces ¿por qué te preocupa que recopilen todos tus datos? Según el gobierno, si le das importancia a la privacidad, quizá es porque escondes algún secreto.
Para superar el argumento del 'nada que ocultar', tienes que entender que los dos lados de la ecuación son incorrectos. En primer lugar, como hemos visto en artículos anteriores, la vigilancia masiva no nos ayuda a protegernos del terrorismo. Es ineficaz y, de hecho, nos hace más vulnerables. Luego estamos exponiendo nuestras vidas a los gobiernos sin recibir nada a cambio.
En segundo lugar, la privacidad no es simplemente un derecho para esconder nuestros secretos, es mucho más que eso, y es tan importante para nosotros como sociedad que no la podemos tratar como si fuera un bien personal que cualquiera pudiera regalar. La privacidad nos brinda la libertad de obtener información, de pensar y tomar decisiones sobre nuestra sociedad y democracia –sobre cómo queremos vivir, quiénes deberían ser nuestro líderes, con qué leyes y ética deberíamos vivir. Sin privacidad, la democracia no puede funcionar adecuadamente–. ¿Por qué crees que puedes meterte en una pequeña cabina privada para votar? En los próximos artículos vamos a destruir estos argumentos y a explicar con más detalle por qué la privacidad es la base de la democracia.
Y no te preocupes, cariño, si has leído esto. Te juro que no he leído ni tus correos electrónicos ni tus cosas.