Cada vez con mayor frecuencia, las personas que defienden causas como la defensa de los derechos fundamentales o la protección de la limpieza del aire y el agua, o los periodistas que revelan la corrupción de los gobiernos o las acciones dañinas de las empresas, son objeto de ataques muy públicos y personales contra su personalidad y su trabajo. Estos ataques cuidadosamente orquestados, que se conocen como campañas de difamación, pueden emplearse contra casi cualquiera, pero las víctimas suelen ser personas y organizaciones que trabajan por sociedades más libres, justas y transparentes.
¿Qué es una campaña de difamación?
Una campaña de difamación es un intento de perjudicar la reputación de una persona, socavar su credibilidad y la confianza de la opinión pública en ella, intimidarla o incluso silenciar su trabajo. Se lleva a cabo mediante la difusión de propaganda negativa que, en la mayoría de los casos, elude una crítica sustantiva del trabajo real del objetivo o de cualquier interés público relevante y, en su lugar, ataca a la víctima de forma personal o difama abiertamente o desvirtúa por completo lo que hace. Para ello se recurre a ataques ad hominem que pueden utilizar imágenes distorsionadas o citas sacadas de contexto.
Además del empeño en desacreditar a una persona o su trabajo, estas campañas también sirven para desviar la atención. Estas campañas casi siempre son iniciadas (ya sea por un gobierno, una figura pública o una empresa poderosa), en parte para desviar la atención pública de algo que están haciendo o quieren mantener en secreto. Es una característica común, por ejemplo, de los ataques de difamación que se lanzan contra periodistas de investigación y activistas.
¿Quién puede ser víctima de campañas de difamación? ¿Por qué?
Las campañas de difamación pueden estar dirigidas a individuos, organizaciones u otros grupos. A menudo se utilizan contra políticos u otras figuras públicas, activistas y periodistas. Estos dos últimos grupos, en especial las personas que defienden los derechos civiles y el medio ambiente y los periodistas y medios de comunicación independientes, son objeto de campañas de difamación cada vez más recurrentes, incluso en la UE, sobre todo a raíz de la pandemia de coronavirus y de los intentos, desde hace años, de frenar los derechos de las personas migrantes y la protección humanitaria.
Las campañas de difamación son, casi por definición, ataques asimétricos. Aunque en teoría pueden dirigirse contra cualquiera, normalmente las emprenden personas o entidades con recursos (cada vez más, gobiernos populistas autoritarios que controlan los medios de comunicación estatales y los utilizan para sus propios intereses) y se dirigen contra personas u organizaciones que a menudo cuentan con presupuestos muy reducidos.
Las organizaciones de derechos humanos, los ecologistas, el periodismo de investigación y otros organismos de control son a menudo víctimas de campañas de difamación. Son objetivos fáciles por varias razones. En primer lugar, como ya hemos indicado, es muy posible que dispongan de recursos limitados y tengan dificultades para responder eficazmente a una campaña de difamación al nivel necesario para "derrotarla". Pero sobre todo son atacados porque su trabajo consiste en supervisar el poder de los gobiernos o las élites y tratar de que sus actuaciones sean transparentes. O bien porque su labor puede amenazar los beneficios de grandes empresas (como es el caso de las organizaciones ecologistas).
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1. Campaña de difamación contra ONG
Las ONG son a menudo objeto de campañas de difamación. En la Unión Europea hemos constatado muchos ejemplos en los últimos años. En especial, el gobierno húngaro ha demostrado una afición a las campañas de difamación que roza la adicción. Desde que regresó al poder en 2010, el gobierno de Viktor Orban ha desacreditado a las ONG en numerosas ocasiones, calificándolas de "agentes extranjeros" y de suponer una amenaza para los valores y la seguridad nacionales. ¿Por qué? Porque estos grupos trabajan para proteger los derechos de los sectores de la población que Orban utiliza como chivos expiatorios: personas extranjeras, LGTBIQ, minorías étnicas y muchos otros.
Al igual que otros destinatarios de campañas de desprestigio, las ONG suelen trabajar con un presupuesto muy ajustado que no permite contrarrestar adecuadamente el ataque difamatorio y llegar más allá de su base de simpatizantes para llegar a quienes probablemente crean las falsas acusaciones. Asimismo son uno de los objetivos favoritos de estas campañas porque se las puede meter fácilmente en el mismo saco. Si se difama a una ONG que trabaja por los derechos de las personas migrantes, es muy fácil socavar la credibilidad de otras que trabajan para proteger a grupos marginados con la misma línea de ataque: que promueven intereses extranjeros que perjudican al país.
2. Campaña de difamación contra periodistas
Los periodistas
son a menudo objeto de campañas de difamación, especialmente aquellos cuyo
trabajo es verdaderamente independiente y libre de la influencia del gobierno o
las empresas. La razón es que estos periodistas siguen desempeñando las
funciones básicas del periodismo de investigación: informan sobre las acciones
del gobierno o de otros agentes influyentes, sacando a la luz información que a
menudo es contraria o perjudicial para la línea de actuación del gobierno o los
deseos de las empresas. Dado que los periodistas suelen tener una línea de
comunicación directa con el público en general (como no la tienen muchas ONG) y
pueden difundir fácilmente sus mensajes, los mensajes difamatorios pretenden
socavar por completo su credibilidad y, en la medida de lo posible, erosionar
el apoyo no sólo de los lectores del periodista, sino también el de su editor.
3. Campaña de difamación para silenciar a ONG/periodistas
Como habrás deducido, las campañas de difamación no sólo pretenden dañar la reputación de sus víctimas, sino que a menudo también pretenden silenciarlas. Si te difaman, la gente u otras organizaciones dejan de trabajar contigo para no importunar a tu influyente adversario, como el gobierno. Las campañas de difamación también animan a los partidarios del difamador a seguir atacando a las víctimas, en cuyo caso, éstas pueden optar por autocensurarse y silenciarse. Así ocurre sobre todo con los periodistas, que se enfrentan a campañas de difamación por denunciar la corrupción u otros abusos de poder. Hemos sido testigos de numerosos ejemplos de este tipo en la UE (siga leyendo para descubrir varios ejemplos dignos de mención), y a menudo proliferan en medio de un debate público serio o de emergencias nacionales, como la pandemia de coronavirus.
¿Cuáles son las señales de una campaña de difamación?
Las campañas de
difamación se caracterizan por una serie de elementos clásicos, como las
exageraciones, las afirmaciones erróneas, las distorsiones y las mentiras
descaradas. Uno de los rasgos distintivos de una campaña de difamación es que
la mayoría de las veces se evita hablar de cuestiones de fondo: políticas o
ideas en debate, la investigación concreta de la víctima, etcétera. En lugar de
ello, las campañas de difamación consisten en calumnias generales sobre la
labor de los activistas -por ejemplo, cualquiera que trabaje en ayuda
humanitaria podría ser tachado de "traficante de personas"- o en
ataques personales. Su objetivo es socavar la credibilidad de su víctima,
erosionar la confianza en ella y, si es posible, silenciarla.
Otra
característica de las campañas de difamación son los mensajes sencillos y
fáciles de entender. Las campañas de difamación a menudo tratan de etiquetar a
sus víctimas con calificativos breves -como "agentes extranjeros",
"enemigos del Estado" o incluso "mercenarios"- tan fáciles
de entender que no necesitan más explicaciones ni justificaciones. Además, estas
etiquetas suelen ir acompañadas de imágenes que retratan a la víctima de forma
poco realista o que reproducen estereotipos existentes y bien conocidos. Un
buen ejemplo de ello es la campaña de difamación del gobierno de Orban contra
el filántropo George Soros, en la que aparecía con una sonrisa malévola,
evocando desagradables estereotipos antijudíos.
Ejemplos de campañas de difamación en todo el mundo
Las campañas de
difamación no conocen fronteras y se han convertido en algo habitual incluso en
sociedades libres y democráticas donde se valoran las elecciones justas, el
periodismo de calidad y el debate público documentado.
Ralph Nader,
activista y político estadounidense, fue víctima de una campaña de difamación
en los años 60 a causa de su campaña para mejorar la seguridad de los
automóviles. General Motors empleó investigadores privados para pinchar sus
teléfonos e incluso contratar prostitutas para pillarle en situaciones
comprometidas con el fin de dañar su reputación y desacreditar su trabajo.
Nader tuvo la suerte de contar con los medios para contrarrestar la campaña de
difamación en los tribunales, ganando un resarcimiento contra la empresa.
Como ejemplo de que incluso las entidades grandes y poderosas pueden ser objeto de campañas de
difamación, el gobierno chino lanzó una campaña de difamación contra Apple en
2011, cuyo fundamento era la acusación de que Apple sustituía los iPhones
averiados por otros reacondicionados, en lugar de repararlos. Periódicos
estatales y plataformas en línea publicaron artículos día tras día calificando
a Apple de "arrogante" e insensible ante los clientes chinos. Al
final, el público no pareció tragarse la campaña de difamación y se desvaneció.
O tal vez es que les gustaban demasiado sus iPhones.
Más
recientemente, y en un ámbito más cercano, el gobierno húngaro ha lanzado
numerosas campañas de difamación en los últimos años. En 2018, aprobó una ley
que pretendía paralizar la labor de las ONG que trabajaban, aunque fuera en
parte, en temas de migración; dificultándoles la financiación y limitando el
alcance de su libertad de actuación. El proyecto de ley se publicó acompañado
de una campaña nacional de difamación contra estos colectivos que culminó con
la publicación en una revista progubernamental de los nombres de cientos de
personas -activistas de derechos civiles, periodistas e incluso académicos- que
habían criticado el proyecto de ley y al gobierno de Orban en general.
Los periodistas
independientes también han sido objeto de recientes campañas de difamación en
la UE. En Eslovenia, el gobierno anterior desprestigió constantemente a los periodistas, especialmente durante la pandemia de coronavirus. El entonces
Primer Ministro, Janez Janša, incluso utilizó su cuenta de Twitter para acusar
a los periodistas de difundir mentiras y engañar a la opinión pública. Y este
mismo año, en Hungría, Átlátszó, uno de los últimos medios de comunicación
independientes que quedan en el país, fue acusado de "traicionar" a la nación en medios afines al gobierno. Se alegó, sin ninguna prueba, que
trabajaban para intereses extranjeros y que constituían un riesgo para la seguridad
nacional.
¿Cómo recuperarse tras una campaña de difamación?
Liberties ha publicado una guía sobre cómo los activistas que trabajan por causas
progresistas pueden contrarrestar las campañas de difamación. En realidad, no
es mucho más complicado que seguir una estrategia de mensajes sencilla, siempre
y cuando se tengan en cuenta varias cosas importantes que son específicas de
las campañas de difamación.
En primer lugar, nunca repitas las calumnias de tu oponente. Incluso aunque quieras hacerlo para refutar la calumnia, y por una buena razón: la repetición consolida las palabras más emotivas en la mente del público. Por ejemplo, supongamos que eres un activista objeto de una campaña de difamación en la que el gobierno te llama "agente extranjero traidor a la patria". Si respondes diciendo: "No soy un agente extranjero ni un traidor a la patria, solo defiendo los derechos de las libertades de todos" en dicho país, las palabras que mucha gente recordará son "agente extranjero" y "traidor". Acabas haciendo más daño que beneficio.
En segundo lugar, nada de romper mitos y contradicciones directas. Destruir mitos a menudo implica repetir el mensaje de tu oponente, adoptando su discurso y, por tanto, ayudándole a él, no a ti.
En tercer lugar, no cometas el error de adoptar el mensaje de tu oponente. Los psicólogos sociales han descubierto que el tipo de mensajes utilizados por los autoritarios son muy buenos para generar apoyo a las restricciones de los derechos humanos y la protección del medio ambiente. Por tanto, si eres una ONG, es probable que las respuestas basadas en mensajes similares a los de tus oponentes vayan en tu contra. Por ejemplo, si una campaña de difamación pinta a tu organización como un peligro para la seguridad nacional, una respuesta basada en el mensaje de que "las ONG son buenas para la seguridad pública" no es ganadora. ¿Por qué? Hablar de seguridad refuerza la idea de que el mundo es un lugar peligroso, lo que hace que la gente anhele la estabilidad y quiera frenar a las personas y las prácticas que podrían hacer zozobrar el barco, como la libertad de expresión y de protesta.
Por último, no utilices un lenguaje demasiado técnico. Para superar las campañas de difamación, es útil apelar no sólo a tu base de seguidores (que, en cualquier caso, son los menos propensos a creer la difamación y dejar de apoyarte), sino también al público en general, aquellos que podrían verse influidos a creer o no la difamación. Esta parte de tu audiencia necesita entender lo que dices, así que mantén un lenguaje básico y accesible. Es casi seguro que el lenguaje de la campaña de difamación será muy básico y fácil de entender. Debes responder de forma similar.
Así que, si eso es lo que no hay que decir, ¿cómo hay que responder a las campañas de difamación? Una respuesta eficaz a una campaña de difamación es la que utiliza una estrategia denominada "sándwich de la verdad". Comienza tu respuesta subrayando lo que defiendes: las causas que estás promoviendo. En segundo lugar, alude al ataque de tu oponente (pero no lo repitas) y explica por qué te atacan: exponer sus motivos malintencionados ayuda a desacreditarlos. Por último, ofrece una solución y pide a la gente que te apoye.
Combinando todos estos elementos, he aquí cómo podría ser la respuesta tipo "sándwich de la verdad" a una campaña de difamación. Un ataque hipotético podría ser:
"Los activistas difunden una ideología que perjudica a nuestros hijos. Debemos detener esta propaganda".
Una respuesta tradicional habitual es la destrucción de mitos:
"No estamos difundiendo propaganda dañina. Reconocer a las personas LGBTQI no es una ideología. Es un derecho humano reconocido en el derecho internacional y en nuestra constitución que toda persona debe ser tratada con igualdad, independientemente de su identidad de género u orientación sexual."
Como ya se ha expuesto, no es un mensaje ganador. Repite la difamación y luego utiliza jerga y argumentos legalistas que no son persuasivos para la mayoría de las audiencias. En su lugar, una respuesta tipo "sándwich de la verdad" sería algo así:
"Independientemente de a quién votemos, la mayoría estamos de acuerdo en que nuestros dirigentes deben gobernar para todos nosotros. Pero algunos políticos están tan desesperados por aferrarse al poder que intentan dividirnos en función de a quién amamos. Esperan que estemos demasiado ocupados culpándonos los unos a los otros para darnos cuenta de los problemas que han causado mientras han estado en el poder. Pero sabemos que, independientemente de a quién amemos, la mayoría de nosotros queremos las mismas cosas, como poder mantener a nuestras familias y pagar el alquiler. Cuando nos unimos por encima de nuestras diferencias, podemos exigir líderes que trabajen para todos nosotros. Eso es lo que teme este gobierno".
Nótese que esta respuesta no trata directamente de refutar la calumnia. En su lugar, se centra en los valores compartidos y llama la atención sobre el gobierno (o quienquiera que sea tu oponente) y sobre cómo son ellos los que se interponen entre donde estamos y adonde queremos llegar. Da una imagen de unión y fuerza colectiva en lugar de división. Además, evita un lenguaje demasiado complicado.
¿Se puede derrotar a una campaña de difamación?
Recuperarse de una campaña de difamación puede parecer una tarea insuperable. Pero, si se siguen los pasos adecuados, es posible. Es importante tener en cuenta algunas cuestiones específicas de la respuesta a las campañas de difamación, como no repetir la difamación. Centra siempre la atención en lo que haces, no en lo que dicen. Nunca dejes de liderar con tus valores y recuerda a la gente que compartes su visión de un mundo mejor y que tienes ideas sobre cómo conseguirlo. Si eres capaz de seguir estas pautas, estarás en el buen camino para derrotar a una campaña de difamación.
Para saber más:
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