La vigilancia masiva cada vez dificulta más que se compartan nuevas ideas e información. Desgraciadamente, no se puede probar un resultado negativo, pues es imposible generar datos sobre la cantidad de noticias o conceptos innovadores que no han florecido debido a la misma, pero existen muchas pruebas que demuestran que periodistas y activistas, personas que generan opinión, cada vez disminuyen más e incluso frenan su trabajo debido a que la vigilancia masiva anula la privacidad que necesitan para realizar su labor informativa y estimular el debate y el cambio. Esta tendencia de autocensura de periodistas y activistas se conoce como el "efecto paralizador", pues se entiende que la invasión de la privacidad "detiene" ciertas actividades.
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Un estudio a escritores de no-ficción y periodistas ha investigado cómo han cambiado estos su comportamiento desde las revelaciones de Snowden, que explican el alcance de la vigilancia masiva. Una encuesta a alrededor de 500 periodistas y escritores de no ficción en países "libres" reveló que, debido a la vigilancia masiva: el 34% ha evitado o considerado seriamente evitar escribir o hablar sobre algunos temas; el 31% ha evitado o considerado seriamente evitar mencionar ciertos temas en conversaciones telefónicas y por correo electrónico; el 42% ha reducido o evitado o considerado evitar su actividad en las redes sociales. Una encuesta de la misma organización realizada en Estados Unidos reveló que debido a la vigilancia masiva, los periodistas y escritores se autocensuraron en una amplia gama de cuestiones, no solo en las relacionadas con la seguridad nacional (como cuestiones militares por ejemplo). Algunos de los temas que decían haber evitado son: temas relacionados con Oriente Próximo, el encarcelamiento masivo, las políticas de drogas, la pornografía, el movimiento Occupy, el estudio de ciertos idiomas, cuestiones de historia como la preparación de Estados Unidos para un conflicto nuclear durante la Guerra Fría y críticas al gobierno.
Otro estudio basado en entrevistas con periodistas, abogados y (ex) funcionarios gubernamentales que trabajan en inteligencia, seguridad nacional y orden público en EEUU, muestra que las revelaciones sobre la vigilancia masiva han provocado que las fuentes sean más reacias a hablar ante los periodistas. Esto dificulta el trabajo de informar y publicar noticias. Los entrevistados explican que los informantes ahora son mucho más reacios a contactar a los periodistas para alertar sobre conductas ilegales o poco éticas, pues temen que sea mucho más difícil permanecer en el anonimato,debido a que la vigilancia masiva permite que las autoridades busquen metadatos para averiguar quién ha estado en contacto con periodistas. Sin embargo, no son simplemente los denunciantes que trabajan en el área de la seguridad nacional y orden público quienes se han mostrado reacios a denunciar prácticas ilegales o no éticas, también organizaciones que trabajan en temas totalmente distintos se han visto afectadas negativamente. Por ejemplo, una organización que promueve la privacidad de los registros médicos de los pacientes, que depende de informantes anónimos para denunciar a las empresas que infringen la ley y comparten ilegalmente los registros de los pacientes, informó acerca de una caída significativa en el número de informantes que colaboran con ellos.
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Un estudio realizado a cerca de 500 periodistas de investigación en EEUU Informó que, debido a la vigilancia masiva: casi el 40% ha cambiado la forma de comunicarse con las fuentes; casi el 50% ha cambiado su forma de almacenar y compartir documentos potencialmente confidenciales; casi el 30% ha cambiado su forma de comunicarse con otros periodistas, editores o directores; y el 13% ha decidido no contactar a una fuente concreta.
La vigilancia masiva también está interfiriendo con el trabajo de las asociaciones (particularmente los grupos de interés), cuya importancia es fundamental, pues permiten que los individuos participen en política organizándose para promover ideas, leyes o políticas concretas. Las asociaciones en Estados Unidos han informado que sus miembros se han mostrado reacios a comunicarse entre sí, organizar o participar en actividades debido a que la vigilancia masiva los sitúa en riesgo de revelar sus identidades y opiniones. Estas asociaciones, en general, ni siquiera realizan campañas sobre cuestiones relacionadas con la seguridad. Al contrario, su trabajo es, a lo sumo, políticamente polémico y abarca como la protección del medioambiente, el control de armas, la liberalización de las drogas o la igualdad. Estas asociaciones han llegado a emprender acciones legales alegando que su derecho a la libertad de expresión ha sido violado debido al "efecto paralizador" que ha causado la vigilancia masiva.