Tras los ataques en París y Bruselas, el gobierno belga ha desplegado al ejército para que apoye a las fuerzas policiales, sin que hayan recibido nigún tipo de formación previa.
Con el fin de aliviar lo que el ministro de Justicia ha llamado una situación "humanitaria", se ha pedido al ejército que trabaje junto al personal de prisiones.
La presencia del ejército en las cárceles plantea varias cuestiones:
1. ¿Sobre qué base legal se apoyan para permitir que el ejército intervenga en las cárceles y proporcione las necesidades básicas a los internos?
2. Si existiera una base legal, en qué casos estaría permitido que interviniera el ejército, en casos de infracción o de una fuga? ¿Pueden intervenir para proporcionar las necesidades básicas a lo internos? Es decir, debemos preguntarnos cuáles son las competencias de las fuerzas militares. ¿Garantizaría su presencia el que se cumplan los derechos de las personas presas (derechos de la familia, etc.)?
3. Además, cabe preguntarse hasta qué punto esta medida extraordinaria podría convertirse en la norma, como es ahora el caso de la presencia militar en las calles. Después de desplegar al ejército en febrero de 2015, el gobierno aseguró en distintas ocasiones que este uso del ejército era puntual, destinado a gestionar una crisis particularmente grave.
Un año y medio más tarde, el ejército sigue presente en nuestras calles y no da la impresión de que vaya a abandonarlas en breve. Dada la crítica situación en la que se encuentran nuestras cárceles desde hace más de 10 años, cabe preguntarse cuánto tiempo va a utilizar el gobierno al ejército para gestionar esa crisis.
4. En 2015, temimos también que el gobierno empleara al ejército para resolver tensiones sociales y políticas y se enfrentara a los movimientos sociales, y así reducir la presión ejercida por los movimientos de huelga, exactamente el tipo de estrategia que ha pedido el alcalde de Amberes. ¿No estamos abrazando una lógica que socava gravemente el equilibrio de poderes entre los trabajadores y las autoridades?
La Liga Belga de Derechos Humanos espera que el gobierno tome el control de la situación de las cárceles y contemple la necesidad urgente de adoptar reformas estructurales, es la única forma de superar esta peligrosa y aberrante situación, en la que se envía a los soldados a las cárceles para resolver las consecuencias humanitarias de una huelga.