¿Por qué vienen menos migrantes a Europa?
El número de llegadas de migrantes a través del Mediterráneo ha disminuido significativamente. En 2015, más de un millón de personas cruzaron el mar para encontrar refugio en la Unión Europea. El año pasado, fueron menos de 140.000. Esto se debe en gran medida a dos factores. En primer lugar, el acuerdo entre la UE y Turquía de 2016 provocó un fuerte descenso del flujo migratorio por la llamada ruta de los Balcanes. En segundo lugar, el Fondo Fiduciario de Emergencia de la UE para África ha permitido la intercepción de migrantes y su detención con violencia por parte de la Guardia Costera libia -entrenada por fuerzas europeas- y también ha permitido aplicar controles fronterizos más estrictos en países africanos como Níger y Sudán.
¿Por qué es tan elevada la tasa de mortalidad?
El número de muertos y desaparecidos en el Mediterráneo se ha reducido de 5.143 en 2016 a 2.297 en 2018, pero la proporción de muertes ha aumentado sensiblemente. Una de las razones es la creciente peligrosidad de las rutas migratorias. Los traficantes de personas se ven obligados a asumir más riesgos "porque los guardacostas libios realizan tareas más exhaustivas de vigilancia", explica Vincent Cochetel, enviado especial de ACNUR para el Mediterráneo central.
La otra razón es la criminalización de las ONG que llevan a cabo misiones de búsqueda y rescate. En muchos Estados miembros de la UE, los partidos de derecha han ganado terreno aprovechando la animadversión hacia los migrantes y espoleándola a la vez. Las ONG se han enfrentado a acusaciones infundadas, como la de transportar ropas infectadas con virus, y posteriormente se han visto obligadas a cesar sus operaciones de rescate, lo que ha resultado en un aumento de las muertes en el mar.
La criminalización de las organizaciones de derechos humanos
Desde que Matteo Salvini asumió el cargo de ministro del Interior en junio de 2018, Italia ha cerrado sus puertos a barcos de rescate que en años anteriores han salvado de ahogarse a decenas de miles de hombres, mujeres y niños. Los barcos que surcan el Mediterráneo con migrantes rescatados a bordo se han convertido en símbolo de una UE dividida y de brazos cruzados. Los nombres de barcos como Aquarius, Lifeline, Diciotti y, más recientemente, Sea-Watch 3 y Professor Albrecht Penck son ya conocidos entre la ciudadanía.
Los datos de la Guardia Costera italiana demuestran que las ONG han salvado de ahogarse a más de 90.000 personas solo en 2016 y 2017, mucho más que ese mismo cuerpo, la Armada italiana, Frontex o las Fuerzas Navales de la Unión Europea. Sin embargo, estos resultados no han convencido al gobierno italiano, que ha retenido a varios buques de rescate e iniciado acciones legales contra voluntarios y tripulantes. Pesan sobre ellos diversos cargos, entre los que se cuentan conspiración, registro ilícito de buques, tráfico de personas e incluso el de poner en peligro la vida de los migrantes, como informa la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. A la ONG alemana Jugend Rettet, por ejemplo, le fue incautado su barco y diez extripulantes de este siguen estando acusados de fomentar la migración irregular.
El último barco de rescate al que se le ha impedido hacerse a la mar es el Open Arms, de la ONG española Proactiva. Las autoridades españolas sostienen que la organización ha incumplido la normativa marítima en anteriores misiones de rescate, al no trasladar a los migrantes rescatados al puerto más cercano. "Impedirnos salvar vidas es irresponsable y cruel. Políticos cobardes ponen en marcha el contador de muertos", tuiteó el lunes Óscar Camps, fundador de Proactiva. El Open Arms es uno de los últimos barcos de rescate privados que operan en el Mediterráneo. La mayoría se ha visto obligada a echar el ancla.