Esto nunca había sucedido antes: finalmente el Parlamento italiano está a punto de debatir una propuesta de ley sobre la eutanasia y el testamento vital.
El proyecto de ley será debatido en marzo y el anuncio ha sido acogido con satisfacción por las organizaciones de la sociedad civil que llevan años haciendo campaña por una ley que reconozca el "derecho a la muerte digna".
"Déjennos morir en paz"
Hace años que se debate sobre el derecho a la muerte digna. La cuestión fue suscitada por primera vez con la historia de Piergiorgio Welby, un poeta y pintor afectado de distrofia muscular, que emprendió una valiente cruzada por el derecho a morir a su manera.
El problema pasó a ocupar entonces el centro de la atención pública después de la tragedia de Eluana Englaro (que puede decirse que provocó una crisis constitucional en Italia): una hermosa estudiante de idiomas de 21 años de edad que sufrió un terrible accidente de automóvil en 1992 y pasó los siguientes 17 años de su vida en estado vegetativo crónico en una cama de hospital, mientras toda Italia discutía sobre su destino.
Vivir para ver la muerte de tu hija es, posiblemente, lo más terrible que le puede pasar a una persona, pero el padre de Eluana, Beppino, también tuvo que luchar encarnizadamente contra los dirigentes políticos italianos más antiguos y contra la Iglesia católica durante casi dos décadas para que su única hija pudiera irse con dignidad. Finalmente, Eluana consiguió la libertad en 2009.
Han pasado siete años, pero Italia está muy lejos aún de países como Bélgica, Holanda y Luxemburgo, que ya han introducido el derecho a una muerte digna (es decir, aquellas personas que sufren enfermedades terminales y, en opinión de los expertos médicos, padecen sufrimientos insoportables sin esperanza de mejora, pueden pedir la eutanasia).
Desde entonces, cientos y cientos de personas, tanto enfermos terminales como afectados por patologías debilitantes, han tenido que viajar de Italia a Suiza (y pagar entre 10.000 y 13.000 €) para que les libraran de su dolor y les fuera concedida una muerte tranquila.
Estimaciones recientes muestran que la cifra de "exiliados por eutanasia" asciende a unos 200 cada año. Mientras tanto, Max Fanelli, un hombre que estaba a punto irse a vivir a África para dedicarse al voluntariado, pero quedó completamente paralizado por la esclerosis lateral amiotrófica, se ha convertido ahora en el último símbolo de la lucha por una ley justa sobre el derecho a morir.
Impulsar el debate
Las organizaciones de la sociedad civil han jugado un papel decisivo en el impulso del debate sobre el derecho a morir en Italia. La Associazione Luca Coscioni se ha mostrado especialmente activa sobre este tema, no solo proponiendo y promoviendo la conocida propuesta de ley sobre la eutanasia y el testamento vital, que ha servido de base para el actual proceso legislativo, sino también a través de acciones de desobediencia civil.
Estamos ante una verdadera cuestión de vida o muerte. Ahora la pelota está en el tejado de los políticos: ¿Habrá llegado por fin el momento de una ley sobre el derecho a morir en Italia?