La extensión y la brutalidad de los secuestros y la tortura practicada por la CIA ya ha sido revelada. El Informe de la Comisión de Inteligencia del Senado no contiene ningún detalle de la implicación del Reino Unido en las prácticas de la CIA. América ya sabe la verdad, mientras que en el otro campo de la llamada "relación especial" permanecemos en la oscuridad.
Liberty pidió una investigación independiente sobre la implicación del Reino Unido por primera vez ya en el 2005. Casi una década después, seguimos a la espera.
En respuesta al informe de la CIA, el primer ministro David Cameron dijo:
"En Gran Bretaña hemos tenido la Investigación Gibso, la cual ha arrojado una serie de preguntas que analizará la Comisión de Seguridad y de Inteligencia (CSI), pero estoy convencido que nuestro sistema está gestionando estos temas".
Pero en 2010 dijo:
"No creo ni por un momento que debemos creer que el CSI debería estar gestionando esto. Por la confianza del público y la independencia del Parlamento, el partido y el gobierno, lo correcto sería tener una investigación que esté dirigida por un juez".
Dejando al lado la retórica, la investigación de Gibson estaba viciada; un examen interno secreto con el Gobierno al frente. La CSI carece de la independencia y el poder para investigar plenamente; la misma Comisión informó que no había evidencia que el Reino Unido estaba involucrado en las entregas extraordinarias en el 2007.
Sin embargo, ahora sabemos que nuestras fuerzas armadas entregaron individuos a las autoridades estadounidenses en Irak, quienes ilegalmente transportados a Afganistán y detenidos en condiciones inhumanas. En resumen, el sistema con el cual estamos "gestionando todos estos temas" es inaceptable. Sabemos que el Reino Unido fue cómplice en el secuestro y la tortura, pero no sabemos en qué medida – y no ha habido un proceso de rendición de cuentas.
Sólo una investigación judicial contará con el nivel de independencia y transparencia necesario a través del cual el primer ministro puede comenzar a restaurar la reputación del Reino Unido en materia del respeto a los derechos humanos y el estado del derecho. Hasta que nuestro gobierno establezca una investigación adecuada, persistirán el encubrimiento y la impunidad oficial. Las víctimas merecen justicia y la opinión pública británica se merece algo mejor. No puede haber ningún compromiso en cuanto a la tortura.