Según Europol, 10.000 menores no acompañados han desaparecido en Europa, donde llegaron en busca de asilo, en los últimos dos años. La mitad de estos jóvenes solicitantes de asilo ha desaparecido de Italia.
Los motivos de dicha desaparición son muchos y complejos, y la explicación que atribuye que son las redes criminales que explotan a los niños que viajan solos, no basta para explicar el fenómeno.
Menores en movimiento
Mientras ACNUR acaba de revelar que el 36% de los refugiados que cruzan las fronteras europeas en el año 2016 son niños, hemos sabido también que muchos miles de jóvenes solicitantes de asilo han desaparecido en Europa en los últimos 24 meses.
De hecho, un total de 10.000 menores no acompañados desapareció después de registrarse ante las autoridades estatales. Las desapariciones se produjeron principalmente en Italia -donde han desaparecido 5.000 menores- y en Grecia.
La situación de este grupo vulnerable es sin duda uno de los asuntos más graves de la crisis de los refugiados. En efecto, los menores no acompañados que viajan -solos, perdidos y sin dinero- están expuestos a riesgos considerables, que incluyen el riesgo de ser víctimas de la delincuencia organizada y del tráfico de personas.
Un reportaje reciente denunciaba el estado de los menores no acompañados en Roma, donde decenas de jóvenes migrantes viven en las calles cercanas a la estación central de Termini. Muchos se ven obligados a ejercer la prostitución.
¿Por qué desaparecen realmente?
Brian Donald, responsable de Europol, destacó que "no todos estos niños están siendo explotados criminalmente; algunos podrían haber sido entregados a miembros de su familia".
De hecho, la teoría del crimen organizado no basta en realidad para explicar las desapariciones. El verdadero problema es más bien el sistema de migración europeo en sí, con sus numerosas debilidades y defectos -algunos muy relevantes a la hora de explicar por qué miles de jóvenes solicitantes de asilo desaparecen de forma voluntaria.
De hecho, el pésimo sistema de acogida y la lentitud de la tramitación de las solicitudes de asilo y de las reunificaciones familiares suponen el problema principal.
El Reglamento de Dublín III establece que un menor que tiene parientes en un Estado debe ser reubicado en ese Estado, pero este principio no se respeta y por ello algunos niños deciden irse para tratar de reunirse con su familia por su cuenta.
La tragedia de los niños migrantes desaparecidos parece ser en realidad (otro) fracaso europeo: no acompañados y vulnerables, los menores viajeros no reciben el apoyo que deberían por parte de los Estados europeos, hasta el punto de que miles de ellos prefieren desaparecer del sistema.
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