Durante más de una semana, Rumanía ha atravesado su peor agitación sociopolítica de los últimos 25 años. La gente está indignada por la corrupción y la indiferencia de la clase política.
Dos accidentes mortales
El primer accidentes que desató los disturbios fue la muerte de un policía que conducía su motocicleta a más de 100 kilómetros por hora a través de Bucarest con el fin de abrir el tráfico para el ministro del Interior Gabriel Oprea. El policía cayó en un hoyo y murió el pasado 21 de octubre. El incidente generó un acalorado debate sobre la legalidad de la caravana, para la que el ministro no tenía permiso legal. El ministro Oprea se negó a asumir responsabilidades o presentar su dimisión.
El pasado 30 de octubre se inició un incendio en la discoteca Colectiv de Bucarest después de un concierto de rock, de resultas del cual 45 personas habían perdido la vida el pasado lunes otros 150 resultaron heridas. Ochenta de los heridos (de los cuales cuatro son menores de 15 años y los demás son jóvenes de entre 25 y 35 años) se encuentran aún en estado crítico en 11 hospitales de Bucarest.
Este drama provocó la ira de la ciudadanía, sobre todo porque las autoridades se negaron a asumir ninguna responsabilidad. La discoteca contaba con una licencia de apertura concedida por las autoridades municipales, aunque la actuación de aquellam noche, que incluyó fuegos artificiales, no contaba con el permiso de los funcionarios del cuerpo de bomberos.
Ponta dimite
Después de tres días de duelo decretado por el gobierno, los rumanos salieron a las calles el 3 de noviembre. Más de 25.000 personas protestaron frente a los edificios del gobierno, exigiendo la renuncia del gabinete y del alcalde que concedió la licencia a la discoteca.
Al día siguiente, el primer ministro Victor Ponta anunció la dimisión de su gabinete. El día después, los manifestantes salieron a las calles en un número aún mayor, exigiendo medidas reales para combatir la corrupción y reemplazar a toda la clase política. El miércoles 4 de noviembre más de 70.000 personas salieron a las calles de las ciudades de todo el país; 30.000 personas se manifestaron en Bucarest.
El 5 de noviembre, el tercer día de protestas, el presidente Klaus Johannis inició consultas con los partidos políticos para designar a un nuevo primer ministro. A estas consultas invitó también a los miembros de la sociedad civil y representantes de los manifestantes. Esto provocó aún más debate, ya que los movimientos de la calle son espontáneos y todavía no tienen líderes.
Las protestas continuarán
Los rumanos están decididos a seguir saliendo a las calles todas las noches después de las 18:00, bloqueando de las zonas del centro de Bucarest y otras ciudades importantes. Aunque parece motvada por los dos accidentes mencionados, en los que murieron personas, estas protestas (que son las mayores desde la revolución anticomunista de 1989) están alimentadas por los agravios acumulados durante muchos años.
Muchos políticos y funcionarios rumanos están bajo investigación por corrupción, y algunos han sido condenados. Algunos de ellos siguen ocupando escaños en el Parlamento u otros cargos de gobierno.
Otros pecadores
Por primera vez, las protestas también se dirigen a la Iglesia Ortodoxa, que mantuvo una actitud hostil a raíz del incendio de la discoteca, alegando que las víctimas eran seguidores de cultos satánicos porque estaban escuchando música rock.
Los manifestantes piden la renuncia del patriarca de la Iglesia ortodoxa rumana y el cobro de impuestos a la Iglesia, que es una de las instituciones privadas más ricas de Rumanía.
La situación sigue su curso y continuaremos dando información.