Los gobiernos autoritarios populistas son en realidad una de las mayores amenazas para las mujeres, en parte porque sus programas van directamente en contra de ellas y porque, a pesar de ello, estas siguen votándoles de forma inquietante. En Alemania, aproximadamente el 9% de todas las mujeres votantes apoyaron al partido de extrema derecha AfD, que promueve abiertamente los roles tradicionales de género y utiliza la inmigración para sembrar el miedo. En Polonia, más mujeres que hombres votaron por el partido de derecha Ley y Justicia en las elecciones de 2015.
Uno de los temas principales de la Guía para sobrevivir al autoritarismo es la necesidad de ver a través de las apariencias. Esto resulta especialmente importante cuando se trata del papel de las mujeres y la familia en los programas de los populistas autoritarios. Nos someten a todo tipo de mentiras sobre cómo los extranjeros y los grupos marginalizados (LGBTI, minorías y -espera y verás- las mujeres) amenazan la cultura y los valores tradicionales del país. A pesar de lo absurdos que resulten estos discursos, cuando dejamos que dicten nuestras elecciones electorales, lo que seguro no logramos es un gobierno que nos proporcione más seguridad. En cambio, sí obtenemos medidas triviales en el frente de la seguridad -pueden levantar un muro o una valla, por ejemplo-, y otras tantas iniciativas para disminuir el papel de la mujer en la sociedad y fomentar los "valores tradicionales".
Mantener a las mujeres bajo control
Los populistas autoritarios utilizan la acción legislativa (o la inacción) para restringir los derechos de las mujeres y su acceso al empleo. Esto quizá se manifieste de forma más evidente cuando tratan de ilegalizar o dificultar el acceso al aborto (como hemos visto en Polonia, donde el gobierno y la iglesia llevan los dos últimos años impulsando la restricción de los derechos reproductivos), o cuando no promulgan regulaciones que proporcionen un apoyo adecuado a las mujeres que quieran volver a incorporarse al trabajo tras dar a luz, facilitar el cuidado de los niños, o brindar una protección legal adecuada contra la violencia doméstica.
Además, utilizan a las mujeres y las cuestiones de género como excusa para promover sus programas, como por ejemplo la prohibición del burka, que ha arrasado en Europa. Por supuesto, el verdadero objetivo de estas leyes es "proteger la cultura europea" de la inmigración, y el hecho de que sean precisamente las mujeres las víctimas de la ley, no parece haber molestado precisamente a los gobiernos que la han puesto en vigor. En la UE, Bélgica, Países Bajos, Austria, Alemania, España, Italia, Bulgaria, Francia y Dinamarca han aprobado prohibiciones parciales o totales del uso del velo facial.
Otras medidas contra las mujeres y la igualdad de género parecen totalmente insignificantes. El gobierno de Viktor Orban en Hungría ha prohibido la enseñanza de Estudios de Género en todas las escuelas del país. Otros países, el más reciente de ellos Bulgaria, están planteándose la promulgación plena de la Convención de Estambul, un acuerdo internacional que mejora la protección de las mujeres contra la violencia doméstica.
Traditional nonsense
Los populistas autoritarios se sienten cómodos y seguros manteniendo valores tradicionales como la familia, el hogar y la religión (¡siempre y cuando sea la correcta!). Y aunque no tienen ningún interés en promover los derechos de las mujeres y la igualdad de género, muchas mujeres seguirán votándoles, no porque no se valoren a sí mismas o porque no se preocupen por sus derechos, sino por la influencia de los argumentos populistas autoritarios que bombardean con que los "extranjeros" amenazan la seguridad de las mujeres y de sus familias. Es decir, los "valores tradicionales" del país no hacen más que afianzar aún más los estereotipos de género y la desigualdad, pero las mujeres eligen esta opción por la supuesta amenaza a su seguridad personal. Pero, como hemos demostrado en capítulos anteriores de la Guía para sobrevivir al autoritarismo, y en otros lugares, el argumento de que las familias están amenazadas por extranjeros es totalmente absurdo.
De hecho, apoyar los derechos de las mujeres y la igualdad de género no solo hará que nuestras sociedades sean más justas, sino que también las hará más seguras. Pero esto solo puede lograrse si no nos dejamos llevar por la desorientación autoritaria y adoptamos una decisión consciente, tanto en la vida cotidiana como en las urnas, de que es preciso apoyar una sociedad verdaderamente justa e igualitaria